Un retazo de la historia de España del siglo XX: la emigración a Cuba de
miles de personas que huyeron de la hambruna, de las levas indiscriminadas de la
Guerra de África y de la represión política subsiguiente a la Guerra Civil, ha
resumido el cineasta Eduardo Margareto en el documental titulado
Partir.
Y lo ha hecho a partir del testimonio directo de una veintena de españoles prohijados desde hace décadas en la isla caribeña, protagonistas vivos de esta “película de sentimientos”, como ha denominado Margareto (Medina de Rioseco, Valladolid, 1967) a todo un patrimonio visual y sonoro al borde mismo de su desaparición.
Partir, el segundo documental de Margareto después de “Almas del Camino” (2010) —dedicado a la Ruta Jacobea y sus transeúntes—, ha sido parcialmente producido por la Fundación para la Ciudadanía Castellana y Leonesa en el Exterior, y se estrena esta tarde en Zamora con la presencia de Sergio Rabanillo, presidente de la Agrupación de Sociedades Castellanas y Leonesas en Cuba.
Sus protagonistas, en su mayoría de muy avanzada edad, son emigrantes de algunas de las comarcas más pobres de Burgos, León, Palencia, Soria, Salamanca y principalmente Zamora, localizados durante el otoño de 2010 en La Habana pero también en Santiago de Cuba, Camagüey, Ciego de Ávila, Matanzas, Trinidad, Tapeste, San Miguel de Baños, Florida y Monasterio del Cobre.
“Lo que más me ha llamado la atención de todos ellos ha sido la exquisita memoria de los momentos clave, cuando partieron de España: el último beso al ser querido, la última palabra, la ropa que llevaban o la fecha exacta de la partida”, ha evocado Eduardo Margareto, reportero y editor gráfico de la Agencia de Noticias Ical.
Evocan igualmente el temor del viaje transatlántico, “veinticinco días metidos en un barco con pasaje de tercera”, y todos coinciden en agradecer a Cuba y sus gentes la ofrenda de una nueva patria, así como el acogimiento desinteresado hasta el punto de sentirse plenamente cubanos sin olvidar la tierra que vieron por vez primera sus ojos.
Y ello, como se recoge en algunos casos, “a pesar de que la revolución de Fidel Castro les confiscó sus negocios y bienes, por lo que tuvieron rehacer su vida otra vez más”, ha añadido Margareto antes de referirse al origen del documental, que se remonta a un viaje realizado a Cuba en 2009 para elaborar un reportaje sobre el primer centenario de la Casa de Castilla y León en Cuba.
El director conjuga el blanco y negro de la España que dejaron los emigrantes con el colorido de la Cuba que les acogió, a través del álbum fotográfico y de recuerdos que los protagonistas desempolvan, rubricados con imágenes actuales captadas en los municipios españoles de procedencia.
La emoción no solo aflora en los rostros de los octogenarios y nonagenarios entrevistados, a través de peripecias vitales peregrinas e increíbles a la luz de los tiempos que corren, sino en la consideración de saber que son los últimos eslabones, testigos directos de una época de la historia de España de tintes humanos, sociales, políticos y económicos.
Las entrevistas se intercalan con imágenes de las ciudades cubanas visitadas, sus calles, sus gentes y estilo de vida como la cara de otra moneda, la realidad de Cuba.
El emigrante más joven de cuantos aparecen en Partir, en misión pastoral, es el sacerdote José Miguel González, nacido hace 46 años en Paradinas de San Juan (Salamanca), e impulsor de un comedor social para marginados.
Está situado en La Habana Vieja, concretamente dentro de la iglesia del Espíritu Santo, construida en 1632 y que pasa por ser el templo más antiguo de la isla caribeña.
Y lo ha hecho a partir del testimonio directo de una veintena de españoles prohijados desde hace décadas en la isla caribeña, protagonistas vivos de esta “película de sentimientos”, como ha denominado Margareto (Medina de Rioseco, Valladolid, 1967) a todo un patrimonio visual y sonoro al borde mismo de su desaparición.
Partir, el segundo documental de Margareto después de “Almas del Camino” (2010) —dedicado a la Ruta Jacobea y sus transeúntes—, ha sido parcialmente producido por la Fundación para la Ciudadanía Castellana y Leonesa en el Exterior, y se estrena esta tarde en Zamora con la presencia de Sergio Rabanillo, presidente de la Agrupación de Sociedades Castellanas y Leonesas en Cuba.
Sus protagonistas, en su mayoría de muy avanzada edad, son emigrantes de algunas de las comarcas más pobres de Burgos, León, Palencia, Soria, Salamanca y principalmente Zamora, localizados durante el otoño de 2010 en La Habana pero también en Santiago de Cuba, Camagüey, Ciego de Ávila, Matanzas, Trinidad, Tapeste, San Miguel de Baños, Florida y Monasterio del Cobre.
“Lo que más me ha llamado la atención de todos ellos ha sido la exquisita memoria de los momentos clave, cuando partieron de España: el último beso al ser querido, la última palabra, la ropa que llevaban o la fecha exacta de la partida”, ha evocado Eduardo Margareto, reportero y editor gráfico de la Agencia de Noticias Ical.
Evocan igualmente el temor del viaje transatlántico, “veinticinco días metidos en un barco con pasaje de tercera”, y todos coinciden en agradecer a Cuba y sus gentes la ofrenda de una nueva patria, así como el acogimiento desinteresado hasta el punto de sentirse plenamente cubanos sin olvidar la tierra que vieron por vez primera sus ojos.
Y ello, como se recoge en algunos casos, “a pesar de que la revolución de Fidel Castro les confiscó sus negocios y bienes, por lo que tuvieron rehacer su vida otra vez más”, ha añadido Margareto antes de referirse al origen del documental, que se remonta a un viaje realizado a Cuba en 2009 para elaborar un reportaje sobre el primer centenario de la Casa de Castilla y León en Cuba.
El director conjuga el blanco y negro de la España que dejaron los emigrantes con el colorido de la Cuba que les acogió, a través del álbum fotográfico y de recuerdos que los protagonistas desempolvan, rubricados con imágenes actuales captadas en los municipios españoles de procedencia.
La emoción no solo aflora en los rostros de los octogenarios y nonagenarios entrevistados, a través de peripecias vitales peregrinas e increíbles a la luz de los tiempos que corren, sino en la consideración de saber que son los últimos eslabones, testigos directos de una época de la historia de España de tintes humanos, sociales, políticos y económicos.
Las entrevistas se intercalan con imágenes de las ciudades cubanas visitadas, sus calles, sus gentes y estilo de vida como la cara de otra moneda, la realidad de Cuba.
El emigrante más joven de cuantos aparecen en Partir, en misión pastoral, es el sacerdote José Miguel González, nacido hace 46 años en Paradinas de San Juan (Salamanca), e impulsor de un comedor social para marginados.
Está situado en La Habana Vieja, concretamente dentro de la iglesia del Espíritu Santo, construida en 1632 y que pasa por ser el templo más antiguo de la isla caribeña.
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