EL GRAN ÉXODO
A mediados de la década de los 50 se inicia todo un movimiento migratorio masivo desde los pueblos
hacia las grandes ciudades y hacia América y Europa. Miles y miles de trabajadores no cualificados
inician un éxodo económico hacia Brasil, Venezuela, Francia, Alemania, Suiza,…
Tras el dramático éxodo polí-
tico de la España republicana, la emigración económica
de los españoles hacia Europa se
inicia en la década de 1950, aunque
todavía durante esa década el principal destino migratorio español
siguieron siendo los países americanos.
Desde esa fecha, cientos de miles
de españoles se desplazarán hasta las grandes poblaciones, como
Madrid, Barcelona, Bilbao… donde
se crean los llamados “cinturones
obreros” o “cinturones industriales” de las periferias. Pero no son
los únicos: otra importante masa de
trabajadores no cualificados inicia
un éxodo económico hacia Europa: Francia, Alemania, Suiza, Bélgica,
Países Bajos, Inglaterra… También
hacia América, con cifras muy importantes: en 1950, 55.314 españoles embarcan para países del área
hispana: Argentina, Uruguay, Venezuela…, y en 1955 salen para ultramar 62.237 españoles.
El gran éxodo español coincidió
con la necesidad de mano de obra
en Europa, que se recuperaba de
los estragos producidos por la segunda gran guerra mundial, reconstruyendo ciudades. Oleadas de jó-
venes españoles, sanos, curtidos en
las duras faenas agrícolas o en los
andamios de las obras, o en la incipiente industria, mayoritariamente
procedentes del medio rural, de Andalucía, Extremadura o La Mancha,
de Castilla o Galicia, salieron con
destino a Francia, Alemania, Suiza,
Países Bajos,…
INSTITUTO ESPAÑOL DE EMIGRACIÓN. Los gobernantes de la época
fomentaban la emigración pues aliviaba la escasez de trabajo y permitía ingresos en divisas para las arcas
del Estado. Para canalizar los flujos migratorios de los españoles hacia
Europa y América, se crea en 1956
el Instituto Español de Emigración,
un organismo autónomo que tendrá su sede en el paseo del Pintor
Rosales, junto al Parque del Oeste
(hasta el año 2005, cuando trasladó la sede a la calle José Abascal).
El Instituto Español de Emigración
será el punto de partida de cientos
de miles de españoles, con su correspondiente contrato de trabajo,
hacia distintos países, cercanos y
lejanos, donde poder vivir mejor
(los que marcharon por su cuenta,
sin papeles y sin contrato, también
hay que contabilizarlos por cientos
de miles).
En los años 1960 cientos de miles
de españoles continuarán abandonando España en busca de un futuro social y económico, cultural, que
se les negaba en su propio país. Al
final de la década, en 1969, se supera la cifra de 100.000 emigrantes legales a Europa y serán casi
115.000 los emigrantes “asistidos”
por el IEE en 1971.
El 1 de enero de 1960, se publicó
por vez primera la revista “Carta
de España”, editada por el Instituto
Español de Emigración, siendo Carlos M. Valcárcel director general de
la entidad. “Carta de España” decía
ser “la revista aérea de los españoles residentes en el extranjero”. Por
supuesto que la publicación nacía
para “informar” de lo que ocurría
en España, según los responsables
de la “información”. Carta de España surgía con las mejores intenciones, tratando de llevar a los
emigrantes lo que sus responsables
creían que aquellos precisaban. Por
supuesto, realzando siempre los logros del régimen, que iniciaba entonces su crecimiento económico
gracias en parte a la exportación
de esa mano de obra excedente, sin
trabajo en España.
El descrédito del régimen en el extranjero era tal que hubo de recurrir al deporte para tratar de presentar una imagen dulcificada de la
dictadura. El Real Madrid de Gento,
Puskas y Di Stéfano, campeón de
Europa entre 1956 y 1960, hacía
furor en el viejo continente y mereció la portada del número 10 de la
revista, en octubre de 1960.
EL EMIGRANTE. Aquellos emigrantes llevaban maletas de cartón, en
bastantes casos, cargadas con unas
pocas ropas, alimentos… y todas
las ilusiones del que emigra en busca de un futuro. Todos tuvieron que
aprender nuevos idiomas, adaptarse
a nuevas costumbres, aceptar otra
moral y otros conceptos de vida,
muy alejados a los impuestos en la
España del momento. Muchos marcharon con la idea de regresar, con
A partir de los años 1950, una importante masa de trabajadores no cualificados inicia un éxodo económico hacia América y
Europa: Francia, Alemania, Suiza, Bélgica, Países Bajos, Inglaterra,…
el objetivo de estar unos años y volver con el dinero suficiente como
para reiniciar una nueva vida a partir de comprarse unas tierras que
cultivar o un piso en el que residir:
dejaron en España a sus esposas, o
a sus novias; que luego marcharon
con ellos. Otros fueron solteros y
formaron sus familias con los nativos, para volver a España sólo en
verano, por las vacaciones.
La adaptación a las costumbres de
los países tuvo mayor o menor dificultad dependiendo del idioma.
Alemania resultó especialmente
dura para los que procedían del
medio rural, con una formación
educacional muy deficiente. Pero,
salvo excepciones, empezaron a
aprender las primeras palabras para
poder comprar y moverse por las
ciudades, empezaron a aprender el
idioma para relacionarse con otros
grupos sociales no españoles. El
grado de dificultad en Francia fue
menor, al ser sus lenguas de similar raíz; además, los emigrantes que
procedían de Aragón, Cataluña, Valencia… estaban en Francia mucho
más próximos a España.
Los documentos gráficos de la época son expresivos: masas de trabajadores cruzando la frontera o en las
estaciones de tren, vistiendo pobremente, cuyos rostros reflejan el drama de la partida, la incertidumbre
de lo que encontrarán.
Fueron los primeros años de la gran
emigración a Europa, el gran éxodo
hacia los países con mejor economía.
La riada humana fue de tal magnitud
que en un momento preciso eran
más de dos millones y medio de emigrantes: son una parte muy importante de la Historia de España
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