Emigración española a Cataluña y al resto del mundo, Emigració espanyola a Catalunya ia la resta del món, Spanish immigration to Catalonia and the rest of the world, Spanischen Einwanderung nach Katalonien und dem Rest der Welt, L'immigration espagnole en Catalogne et le reste du monde.
Hacienda deja de ser acreedor preferente de los equipos de fútbol
La temporada 2012-2013 ha comenzado este fin de semana marcada por un hecho insólito: la escasez de fichajes. Sin embargo, otro acontecimiento ha destacado por encima de la llegada de grandes estrellas del elenco futbolístico mundial a la Liga BBVA.
Las ligas europeas se rifan a los jugadoresnacionales ante la incapacidad de los equipos españoles para pujar en el mercado de fichajes por reconocidas figuras de nuestro campeonato.
Los casos de Cazorla, Michu, Domínguez o Borja Valero, el casi seguro fichaje de Javi Martínez por parte del Bayern de Múnich, o incluso la contratación de David Silva por el Manchester City la temporada pasada por casi 29 millones de euros, son algunos ejemplos de la venta de talento nacional al resto de Europa ante la influencia de la crisis económica de nuestro país en el mundo del fútbol.
La Liga BBVA, 'La mejor Liga del mundo' reza el eslogan de su patrocinador, a tenor de las cifras no es tal en el ámbito económico.
La Serie A italiana es el campeonato que másdinero ha invertido este verano en fichajes (214 millones), seguido de la Premier League inglesa (178 millones), la Bundesliga alemana(169 millones) y la League 1 de Francia (146 millones), de los que hay que destacar que 99 son únicamente inversiones del París Sanit-Germain.
Para encontrar nuestro campeonato hay que remontarse al puesto 8º, por debajo incluso de ligas como la turca o la rusa. Los equipos de la Liga BBVA llevan gastados 41 millones de euros -salvo últimas incorporaciones-.
Con estas pesquisas, es normal que los pudientes equipos europeos se fijen en las estrellas de la liga española para mejorar sus plantillas.
Estas operaciones, que benefician en lo deportivo a los equipos que adquieren a estos deportistas, también benefician en lo económico a los clubes españoles de orígen que acusan la necesidad de ingresar dinero para hacer frente a sus deudas, que sólo con lo que deben a Hacienda suman más de 750 millones de euros.
Varios han sido los jugadores españoles que han optado por hacer las maletas e irse al extrajero para hacer las delicias de otros seguidores.
Borja Valero fue el primero en tomar un avión este verano con destino a Florencia ante el descenso del Villarreal la pasada campaña. El submarino amarillo ingresó por su valuarte en el centro del campo siete millones de la Fiorentina.
Álvaro Domínguez ha sido otro de los jugadores que este verano se ha cambiado de camiseta, en este caso para jugar en Alemania. El Borussia de Mönchengladbach pagó al Atlético de Madrid ocho millones para hacerse con los servicios del central colchonero.
Vallecas gozó el año pasado de la calidad de su centrocampista Michu, que este año ya ha debuta en Inglaterra marcando dos goles con su nuevo equipo, el Swansea City, que pagó más de dos millones y medio por él.
Pero sin duda, el fichaje español más sonado del verano ha sido el de Santi Cazorla por parte del Arsenal londinense. Los gunners se han hecho con los servicios de la estrella del Málaga por un precio que ronda los 19 millones de euros.
Javi Martínez es otro de los jugadores que está a punto de salir del país, a falta de concretar un acuerdo entre el Athetic de Bilbao y el Bayern de Múnich por el precio del traspaso del jugador.
La cifra que está en la palestra es de 40 millones, el precio de su claúsula de rescisión, lo que sería el fichaje que más dinero reportaría en este verano en la Liga BBVA.
Fernando Llorente también está en la órbita de varios clubes extranjeros, el Arsenal inglés y la Juventus de Turín concretamente, que pretenden hacerse con sus servicios antes del cierre del mercado de fichajes el 31 de agosto.
Si finalmente se lleva a cabo la operación y el jugador sale de Bilbao, el montante que recibirá el club de San Mamés podría rondar los 20 millones de euros.
Austeridad en la Liga BBVA
Los números no mienten y los de este verano en cuanto a adquisiciones por parte de los equipos españoles de Primera división han sufrido una contundente recesión.
El gasto en fichajes de este año poco o nada tiene que ver con épocas pasadas, no tan lejanas, cuando el despilfarro reinaba en nuestro fútbol hasta llegar a gastar cerca de 500 millones en un sólo verano.
Para demostrar los efectos de la crisis en el mundo del fútbol sólo hay que comparar los datos de este año con los de la temporada pasada, cuando se gastaron en verano entre los 20 clubes de Primera 358 millones de euros.
En comparación con los cerca de 80 millones que se gastarán este año -contando con el fichaje de Alexandre Song Billong, último fichaje del F.C. Barcelona- el dato da que pensar.
Los presupuestos de los equipos este año se han visto reducidos de forma considerable. No se salvan ni los dos grandes y eso que están a otro nivel.
Los azulgranas dijeron al comienzo del mercado de fichajes que tenían 40 millones de presupuesto y el Real Madrid también ha bajado sus pretensiones económicas este año, aunque siempre está la opción de la chequera de Florentino Pérez.
En cuanto al resto de equipos, su capacidad de inversión en fichajes se ve abocada a la cuantía de sus ingresos.
El derroche y el gasto han dejado de ser la tónica general de los equipos de la Liga BBVA durante este mercado de fichajes.
La austeridad en las cuentas del clubes ha sido la tónica general durante este verano.
Las más de 30 mujeres que viven en Londres en la residencia de las Adoratrices en Kensington Square tienen algo en común: las ganas de sobrevivir en un país que no es el suyo y una cualidad imprescindible y necesaria en estos tiempos que corren, la seguridad. Son mujeres con ideologías y opiniones diferentes, pero el 90% españolas. Son parte de esas 9.525 entre 18 y 35 años según el INE, que partieron en busca de una oportunidad en 2011 fuera de las fronteras españolas. Y el dato sube. El número de hombres que lo hicieron en torno a estas edades fueron 7.243, 2.282 menos que ellas.
Rocío Castro es el nombre de una más. Vive entre las paredes de una de las residencias londinense sin las comodidades de su casa, pero con una gran familia. Esta gallega estudió en la University of the Arts en Londres, y en España en la Escuela Superior de Diseño y Moda Felicidad Duce. Lleva 4 años en Gran Bretaña y lleva más de un año y medio trabajando en la Head Office de una de las marcas de moda de Londres más importantes. Se mudó a Londres por su cuenta cuando tenía 21 años. Llegó a un país que conocía poco. Todo le parecía extraño. Estaba sola y no hablaba el idioma. Ni siquiera podía permitirse el comprarse otro billete de vuelta a España: “Al principio te vas por poco tiempo, unos meses…; pero luego ves que no hay manera de regresar, a veces porque sabes que no tendrás mejor salida en España, otras porque tu orgullo te lo impide. Entonces, un día, me topé como por arte de magia con las palabras del diseñador John Galliano en una revista, o tal vez en un libro, no llego a recordarlo. Decía que durante sus años de estudiante en la Central Saint Martins dormía en el suelo en casa de unos amigos porque no podía costearse el alquiler de una habitación. Esas palabras me dieron fuerza para creer que yo también saldría adelante. Londres es lo mejor que me pudo pasar”.
Empezar es difícil. Luchar por un puesto de trabajo acorde a tu formación aún más. Eres emigrante. Y las oportunidades no son las mismas para todos. “Tienes que hacer muchas cosas que no te gustan, cosas que ni por asomo harías en tu país, cosas que te hacen pensar en todo lo que has dejado en España… Y es aquí cuando encuentras a gente como tú, tu nueva familia, esa que tú eliges, la que pronto se convierte en tu mayor apoyo y con la que compartes tus malos momentos entre lloros, y desde luego también los buenos, esos, que por muy pequeños que te parecerían en España, aquí son pasos de gigante”.
Rocío trabajó cuidando a dos niñas nada más llegar a este país, y a su vez siente que de alguna manera también la cuidaron a ella: “Aquí nadie te va a regalar nada, pero si van a valorar todos esos sacrificios y esfuerzos, te ayudan a crecer, te empujan hacía arriba, confían en ti cuando les das motivos para que puedan confiar. Algo que ni por asomo sucede en España, y mucho menos cuando tienes 25 años”.
A pesar de que había, en 2011, 173.412 varones más que mujeres entre los 18 y los 35 años en España, es más numeroso el número de mujeres que, como Rocío, toman la decisión de partir: “Desde luego que, el que yo me haya ido de España, no es una gran pérdida para el país como puede serlo para mi familia, pero sí lo será cuando, como yo, se hayan ido todos”.
Rocío tenía un sueño, como tantas y tantas mujeres que hacen las maletas, que tienen el valor de salir adelante solas y creer que es posible. Precio “cero” es lo que ella cree que le costará a los países receptores de españoles, ya que estos jóvenes cotizarán para pagar las jubilaciones de abuelos y padres que no son los suyos.
La generación más formada está siendo también la más humillada. Y se va, se va de España sin billete de vuelta… ¿Qué ocurriría si a España le da por apostar por la investigación y por la competitividad? El giro sería de 180º y la marca de nuestro país empezaría a tomar un nuevo matiz que a día de hoy desconocemos.
Detrás de la historia de Rocío, también está la de Montse, Mónica, Cristina, Claudia, Gloria, Mabel, María… Son diseñadoras de moda, ingenieras, periodistas, fotógrafas, biólogas, politólogas, psicólogas, economistas… las que viajan a la actual capital de los Juegos Olímpicos para trabajar como camareras, ayudantes de cocina, dependientas, canguros… en lo que sea hasta que algunas pocas, como Rocío, consiguen una verdadera oportunidad en relación a sus estudios. Viven lejos de sus casas, de sus familias, de sus amigos y en muchos casos de sus parejas. Viven contando las monedas para tomar un café o para poner una lavadora. Y en la mayoría de las ocasiones viven contando los días para volver… a ser.
El país mejor valorado para trabajar es Alemania, seguido de Reino Unido
En los últimos años, concretamente desde que comenzara la crisis, han sido miles los españoles que se han marchado fuera de nuestras fronteras en busca de mejores oportunidades laborales. Según los últimos datos del Censo Electoral de Españoles Residentes en el Extranjero (CERA) que elabora el Instituto Nacional de Estadística, son más de 350.000 los españoles que se han marchado fuera de España en estos años de recesión.
En este marco, Adecco Professional, la división del Grupo Adecco especializada en la selección de perfiles cualificados, e Infoempleo han participado en la elaboración de un estudio mundial liderado por The Network, la alianza internacional de portales de empleo y empresas de Recursos Humanos formada por 124 portales. El objetivo es explorar las futuras tendencias del mercado laboral internacional.
En este estudio se recogen los datos referidos a España, basados en 3.017 encuestas, de las más de 150.000 recogidas en el total de los países participantes en el análisis. Sólo el 28% de los encuestados estaba trabajando en el momento en el que participaron en el estudio, por lo que el peso de las personas en situación de desempleo en la encuesta es muy relevante.
Movilidad y Empleo El 64% de los encuestados estaría dispuesto a mudarse a otro país si le surge una oportunidad laboral. Es un porcentaje ligeramente mayor que el de movilidad nacional, que se queda en el 62%, quizás porque trabajar en otro país se vincula mentalmente con un mayor prestigio profesional, un mayor aprendizaje y mejores oportunidades personales. Así, el porcentaje de gente que se trasladaría de Madrid o Barcelona es menor que el que lo haría a Londres o París, por ejemplo.
Vista la mayor disposición de los encuestados para trasladarse fuera de nuestras fronteras a la hora de encontrar empleo, es necesario ver qué condicionantes pesan más a la hora de tomar esa decisión. El principal de ellos radica en las mejores oportunidades profesionales que existen en el extranjero, así lo elige la mayoría de los participantes que le otorga 55 puntos a este parámetro, seguido de la mala situación económica que se vive hoy en día en España (54 puntos), o para alcanzar un mejor nivel de vida (39 puntos).
Otras razones para trabajar en el extranjero que han valorado los participantes han sido la idea del reto profesional, conocer diferentes culturas empresariales, empezar una nueva vida o potenciar la red de contactos laborales.
Proyecto a largo plazo La emigración no se trata de una simple opción pasajera, sino que casi la mitad de los encuestados que estarían dispuestos a trabajar en el extranjero harían planes a largo plazo en el país de destino. Más del 47% de los participantes en el estudio permanecería en el país de destino un mínimo de 5 años, lo que indica que los trabajadores no buscan una experiencia laboral nueva, sino crear un proyecto de vida en ese otro país.
Además, el 24% estaría dispuesto a quedarse entre 3 y 5 años en el país de destino y un 14% lo haría durante 2 años. Sólo el 6% considera la posibilidad de estar menos de un año trabajando en el extranjero.
El hecho de que más del 70% de los encuestados esté en situación de desempleo influye en que el tipo de contrato no sea un factor excluyente para la toma de decisiones. Una gran mayoría, en consonancia con la mentalidad española de seguridad laboral, preferiría un contrato fijo y lo puntúa con una nota de 72, pero un porcentaje importante tampoco renunciaría a una oferta de empleo temporal de seis meses o más.
Una muestra de ello es la notoriedad que están alcanzando en este punto las empresas de Recursos Humanos. Los encuestados contemplan como opción para salir a trabajar fuera la contratación a través de este tipo de intermediarios, muy relacionados con las ofertas de empleo en el extranjero. Adecco Professional tiene abiertos varios procesos de selección en España para trabajar en Francia, Alemania, Oriente Medio o Brasil, y para diferentes perfiles laborales, desde personal sanitario a ingenieros.
Alemania, el mejor valorado A pesar de que los países con mejores condiciones laborales –Suecia, Noruega, Finlandia, Canadá u Holanda, entre otros- están presentes en el ranking de los principales destinos extranjeros para trabajar, no sorprende que las primeras posiciones de la lista las ocupen Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, países con un tejido empresarial e industrial muy consolidado y que ofrecen muchas posibilidades de desarrollo en todos los campos profesionales.
Así, la opinión mayoritaria de los participantes en el estudio considera que el país que va a liderar el mercado económico y laboral durante el próximo año es Alemania, elegido por 55 puntos. Es paradójico que esto ocurra cuando el continente europeo se encuentra en una gran crisis, y se podría pensar en Alemania como principal punta de lanza de la economía europea.
Elección de empresas Una vez decididos a dar el paso para salir a trabajar fuera de España, es el momento de valorar qué empresas son las más atractivas para iniciar esa carrera internacional. Los encuestados valoran en primer lugar, con 51 puntos, disfrutar de un buen salario, seguido de buenas condiciones laborales y beneficios (41 puntos) y un buen ambiente de trabajo, con 39 puntos.
Otros factores a tener en cuenta por los españoles dispuestos a emigrar a la hora de escoger una u otra empresa son la conciliación laboral y personal, la contratación segura e indefinida, la localización de la compañía o las facilidades de formación que la empresa facilita para la promoción laboral.
Abriendo el año se ha proyectado el dos de enero en Burdeos el documental
“Nos petites Espagnes” (Nuestras pequeñas Españas) codirigida por Xavier
Baudoin e Ismael Cobos. Ambos autores han realizado también “Ondas
españolas” que evoca el mismo tema de la emigración desde otro ángulo, a partir
de la actividad una radio de los emigrantes españoles en
Burdeos.
La emigración es un tema de permanente actualidad cultural, pero es también
en periodos preelectorales un tema de candente actualidad política. Este
documental sobre la emigración española en Francia participa a su manera de ese
debate sobre la emigración percibida como un peligro por los sectores mas
retrógrados de la sociedad, pero que se confirma cada día como un elemento
positivo, esencial e indispensable del progreso económico y cultural.
De Perpiñan a Rennes, de Paris a Burdeos los testimonios de los emigrantes
recuperan la memoria y nos hablan de la actualidad. Si el documental es por
definición un elemento cultural de recuperación y reivindicación de la memoria
histórica, es también un instrumento de debate en esta época de crisis en la que
los emigrantes se convierten en el chivo expiatorio al que se acusa de todos los
males habidos y por haber.
Los dos documentales de Xavier Baudoin e Ismael Cobo a través de los
testimonios de las personas entrevistadas en diversos centros de emigrantes
pasan revista a las diferentes olas de emigración española en Francia, desde el
siglo XIX a los años treinta, la guerra civil española con “la Retirada” de
medio millón de españoles a Francia, o la emigración económica de los años
sesenta.
Entrevistado: El cineasta francés de origen español, Ismael Cobo Fuentes: http://www.espanol.rfi.fr/cultura/20120103-dos-documentales-sobre-la-emigracion-espanola-memoria-y-actualidad
Desde hace meses, miles de jóvenes salen de la
“España va bien” para buscar trabajo en otros territorios donde no exista un
horizonte tan negro para su futuro.
Más de 80.000 titulados universitarios y
profesionales de oficios diversos cruzaron el Atlántico o los Pirineos, con la
esperanza de un puesto donde lograr un mínimo sueldo que les permitiera tan solo
sobrevivir.
Aquellos que eligieron el norte de Europa no lo
han logrado. Quienes fueron a Noruega animados por el programa “Españoles en
el mundo” se toparon con una realidad muy diferente y ahora malviven en las
calles, buscando comida entre los contenedores de basura.
La cuestión de estos refugiados económicos ha
abierto un debate en Noruega. El periodista Sjur Holsen escribe que “si los españoles que viven en la calle consiguen
hacernos reflexionar sobre si somos parte de Europa y si la solidaridad es una
moneda de uso en la eurozona, se habrá conseguido algo
importante”.
Mientras tanto, el mes pasado, la ministra de
Trabajo, Hanne Bjurstrom, manifesto qué “los
inmigrantes europeos que no encuentren trabajo deben marcharse” porque Noruega
no puede atenderlos”.
Lo que más me ha llamado la atención de todos ellos ha sido la exquisita memoria
de los momentos clave, cuando partieron de España: el último beso al ser
querido, la última palabra, la ropa que llevaban...”, ha dicho el director sobre
los protagonistas del documental, en su mayoría de muy avanzada edad
Un retazo de la historia de España del siglo XX: la emigración a Cuba de
miles de personas que huyeron de la hambruna, de las levas indiscriminadas de la
Guerra de África y de la represión política subsiguiente a la Guerra Civil, ha
resumido el cineasta Eduardo Margareto en el documental titulado
Partir.
Y lo ha hecho a partir del testimonio directo de una veintena de españoles
prohijados desde hace décadas en la isla caribeña, protagonistas vivos de esta
“película de sentimientos”, como ha denominado Margareto (Medina de Rioseco,
Valladolid, 1967) a todo un patrimonio visual y sonoro al borde mismo de su
desaparición. Partir, el segundo documental de Margareto después de “Almas del
Camino” (2010) —dedicado a la Ruta Jacobea y sus transeúntes—, ha sido
parcialmente producido por la Fundación para la Ciudadanía Castellana y Leonesa
en el Exterior, y se estrena esta tarde en Zamora con la presencia de Sergio
Rabanillo, presidente de la Agrupación de Sociedades Castellanas y Leonesas en
Cuba.
Sus protagonistas, en su mayoría de muy avanzada edad, son emigrantes de
algunas de las comarcas más pobres de Burgos, León, Palencia, Soria, Salamanca y
principalmente Zamora, localizados durante el otoño de 2010 en La Habana pero
también en Santiago de Cuba, Camagüey, Ciego de Ávila, Matanzas, Trinidad,
Tapeste, San Miguel de Baños, Florida y Monasterio del Cobre.
“Lo que más me ha llamado la atención de todos ellos ha sido la exquisita
memoria de los momentos clave, cuando partieron de España: el último beso al ser
querido, la última palabra, la ropa que llevaban o la fecha exacta de la
partida”, ha evocado Eduardo Margareto, reportero y editor gráfico de la Agencia
de Noticias Ical.
Evocan igualmente el temor del viaje transatlántico, “veinticinco días
metidos en un barco con pasaje de tercera”, y todos coinciden en agradecer a
Cuba y sus gentes la ofrenda de una nueva patria, así como el acogimiento
desinteresado hasta el punto de sentirse plenamente cubanos sin olvidar la
tierra que vieron por vez primera sus ojos.
Y ello, como se recoge en algunos casos, “a pesar de que la revolución de
Fidel Castro les confiscó sus negocios y bienes, por lo que tuvieron rehacer su
vida otra vez más”, ha añadido Margareto antes de referirse al origen del
documental, que se remonta a un viaje realizado a Cuba en 2009 para elaborar un
reportaje sobre el primer centenario de la Casa de Castilla y León en Cuba.
El director conjuga el blanco y negro de la España que dejaron los emigrantes
con el colorido de la Cuba que les acogió, a través del álbum fotográfico y de
recuerdos que los protagonistas desempolvan, rubricados con imágenes actuales
captadas en los municipios españoles de procedencia.
La emoción no solo aflora en los rostros de los octogenarios y nonagenarios
entrevistados, a través de peripecias vitales peregrinas e increíbles a la luz
de los tiempos que corren, sino en la consideración de saber que son los últimos
eslabones, testigos directos de una época de la historia de España de tintes
humanos, sociales, políticos y económicos.
Las entrevistas se intercalan con imágenes de las ciudades cubanas visitadas,
sus calles, sus gentes y estilo de vida como la cara de otra moneda, la realidad
de Cuba.
El emigrante más joven de cuantos aparecen en Partir, en misión
pastoral, es el sacerdote José Miguel González, nacido hace 46 años en Paradinas
de San Juan (Salamanca), e impulsor de un comedor social para marginados.
Está situado en La Habana Vieja, concretamente dentro de la iglesia del
Espíritu Santo, construida en 1632 y que pasa por ser el templo más antiguo de
la isla caribeña.
Las luces se encienden y los aplaudos van surgiendo poco a poco, con pausas
entre una y otra palmada, hasta que el estruendo se hace con la sala. Muchas de
las asistentes superan los cincuenta y los sesenta años de edad y la mayoría
tienen los ojos demasiado brillantes para poder conversar entre ellas. Acaban de
viajar a su pasado, a sus paisajes y a sus preocupaciones, pero también han
reconocido en la vivencias de ellas y sus padres, la vida de miles de
inmigrantes que hoy viven en España. Acaban de asistir a la proyección del
documental “El
tren de la memoria” de Marta Arribas y Ana Pérez en un acto organizado por
la asociación Tertulia Feminista
Les Comadres.
Este documental de hora y media, obra de dos periodistas forjadas en el
programa de reportajes en profundidad Treinta Minutos de Telemadrid, hasta que
la cadena cayó en la propaganda partidista, ha conseguido reconstruir un pasaje
olvidado y desconocido hasta ahora, el de los emigrantes españoles que se fueron
a Europa a principios de los años sesenta. Las tasas de paro crecían por día por
lo que Franco prohibió el pluriempleo y muchas personas que
trabajaban en varios sitios para subsistir pasaron a ser pobres. Pero Europa
necesitaba mano de obra para sus factorías y el franquismo eliminar potenciales
focos de conflictividad social, es decir, mucha gente que pasaba hambre en este
país.
Dos millones de personas partieron, según los registros del Régimen, la mitad
de ellos sin contrato de trabajo, y el 80 % analfabetos. Muchos no sabían dónde
estaba en el mapa ese lugar llamado Alemania o Suecia; se desnudaron en público
por primera vez en Hendaya para un examen médico en el que se sintieron “ganado,
nos miraban incluso los dientes”; los que tenían menos miedo incluso llegaron a
protestar, aunque nadie les entendiese, cuando llegaron a su destino y les
pusieron un cartón con un número para repartirlos por las factorías. Y los que
lograron formarse y entrar en contacto con los sindicatos, aprovechar la
libertad para organizarse y mejorar sus condiciones a principios de los
setenta. “El tren de la memoria” recupera a través de imágenes de archivos,
muchas no habían sido vistas desde aquellos años o nunca, y del testimonio de
aquellos inmigrantes las condiciones, los sentimientos y la vida de una
generación que lo dejó todo para que los suyos estuvieran mejor, que en muchos
casos nunca contaron a su entorno la soledad, los sacrificios, las
humillaciones, el frío y el tremendo esfuerzo físico que conllevaba aquellas
condiciones de trabajo marcadas por la monotonía del trabajo en cadena y
las horas extras acumuladas. Dos millones de personas que con sus
divisas contribuyeron decisivamente a la recuperación económica de España.
Tras la proyección, se inicia un coloquio con una de sus directoras, Marta
Arribas. Los asistentes, la mayoría mujeres, están aún demasido emocionadas y
les cuesta hablar, pero poco a poco van alzando los brazos. No preguntan,
conversan. Comparten imágenes, sentimientos, contradicciones. Mencionan a los
vecinos que volvieron tras décadas como emigrantes y se compraron un piso y cómo
nunca se habían planteado los sacrificios que les había costado, pero
rápidamente vuelven al presente y hablan de nuestros nuevos vecinos. Porque “El
tren de la memoria” trata sobre la vida de los emigrantes que se fueron a
Europa, en los trenes que salían dos veces por semana hacia Francia, Suiza, los
Países Bajos y, en el caso de este documental Alemania, en concreto Nuremberg. E
incluso, para estas personas de edad avanzada les resulta incomprensible cómo la
historia se repite de una manera tan fiel e injusta.
A la mañana siguiente conversamos con la codirectora Marta Arribas en la
cafetería de su hotel. Pronto olvida la tostada que deja a medias y se adentra
en el pasado y en el presente “de lo que llevamos haciendo desde que salimos de
África” sin sentimentalismos, cargada de datos fruto de una minuciosa
documentación. ¿Por qué decidís hacer este documental?
La idea surge de los debates sobre la inmigración, con los que nos
levantábamos cada mañana, de esa contraposición entre los inmigrantes españoles
buenos que se fueron con contrato y los malos que vienen ahora a quitarnos
nuestros puestos de trabajo. Decidimos investigar si era así, si había tantas
diferencias entre ambos.
Empezamos a investigar y encontramos a Josefina Cembrero, la protagonista e
hilo conductor. Josefina se había ido en 1961, con 18 años, a Nuremberg en uno
de los trenes, y había retornado a finales de los 70. Era presidenta de una
asociación de emigrantes retornados y queríamos acompañarla en tren a Nuremberg
a ver a sus antiguos compañeros y amigos que se habían quedado, aunque la
mayoría iba para un año o dos. Encontrar a Josefina fue fundamental para saber
que había un tema potente porque ella desnudó su verdad, sin enmascarar o
suavizar nada. Después de contarnos su vida nos dijo “Yo os he contado lo que
viví porque soy muy honesta conmigo misma y no quiero mentir. Ahora bien, casi
todos los emigrantes con los que habléis os van a decir que les fue muy bien.
Vosotras seguid hablando con ellos y veréis como al final os cuentan lo duro que
fue”. Sin este consejo no habría salido este documental (Josefina falleció el
año pasado).
Marta Arribas, codirectora de "El tren de la memoria"
en Gijón.
¿Y qué os encontrasteis?
Pues efectivamente empezamos a escuchar cosas que no sabíamos nosotras, pero
que creo que tampoco la mayoría de la gente. Y sobretodo, los paralelismos con
lo que está pasando con la llegada de inmigrantes a España. Con salvedades,
porque obviamente no es lo mismo coger un tren por hacinado que vayas, que
salvar el estrecho en una barcaza con riesgo para tu vida. Pero sí lo
fundamental: cómo llegas, cómo te integras, la dificultad con el lenguaje, el
deseo de conseguir dinero a costa de pasarlo fatal, no decir a tu familia lo que
estás pasando porque ellos han puesto todos sus anehlos en ti, sus ilusiones de
progreso. Algunos de los protagonistas no habían contado todo esto hasta el
documental, ¿por qué?
Yo creo que una vez que dices una mentira después es muy difícil decir la
verdad. Supongo que ellos lo habían reprimido, lo habían dejado en un lugar
remoto de la memoria y al empezar a contarlo pues vimos cómo les llegaban a
decir a sus parejas “Te mentí, yo no vine a Alemania a aprender alemán o de
aventurero, sino en esos trenes, con una mano delante y otra detrás”. Para
muchos de ellos ha sido una catarsis, una descarga total. Nos llegaron a contar
cómo los propios emigrantes se habían convertido en discriminadores de los
nuevos inmigrantes. En cuanto habían subido un escaloncito, veían como peores a
los que llegaban nuevos. Siempre hay uno peor, una amenaza para tu trabajo. Todo
eso hay que racionalizarlo y lo peor es que utilicen políticamente todos esos
sentimientos con fines electorales. La situación y la relación con los hijos es otro de los temas que
tratáis, pero que merecería un documental entero. ¿Qué ocurrió con estos
niños?
En el tema de los hijos hubo varias situaciones de partida. Muchos los
dejaron aquí al cuidado de los abuelos o familiares y se perdieron una parte
fundamental de la infancia de sus hijos, y éstos se quedaron sin padres. Con lo
cual, cuando volvían o venían de vacaciones a España, ya no eran sus padres y
madres. Los lazos se rompieron y todos salieron perdiendo, especialmente las
madres porque los niños habían tejido esos vínculos con otros familiares. Más
tarde, algunos de esos niños les echaron en cara a sus padres haberles dejado.
Una señora nos contó cómo cuando pudo reunirse con sus niños, estos no
se querían ir con ella, la arañaban y la mordían para que los dejase.
Desde el punto de vista de madre, después de echarles tanto de menos, de haberlo
pasado tan mal, eso es demoledor.
Otros los dejaron en internados y hubo otros que se los llevaron con ellos. Y
también lo pasaron muy mal, porque de repente los sacaban de su entorno, no
sabían el idioma. De hecho, hubo muchos niños fueron catalogados como
deficientes en Alemania, pero era por el rechazo que mostraron. Uno de
los hijos nos contaba cómo se negó a hablar, iba al colegio y no decía nada. Era
su forma de demostrar que no quería estar allí. Pero bueno, la familia española
es de estar muy volcada y se fueron reuniendo e integrando. De hecho, en
Alemania la segunda y tercera generación están bien, triunfaron en el sentido de
la integración.
Hombres esperando el examen médico para pasar la
frontera francesa de Hendaya
Hay muchas imágenes desconocidas. Una de las más impactantes es la de
los análisis médicos en Hendaya y una fila de gente medio desnuda esperando. Los
testimonios inciden en la sensación de ser tratados como seres inferiores, un
sentimiento que arrastraron durante muchos años.
Es que España ha cambiado tanto que es muy difícil ponernos en su lugar.
Incluso nosotras, cuando veíamos las imágenes de los años 60 no nos lo creíamos
y comprobábamos una y otra vez que no eran de los años 30 o 40. El aspecto
físico lamentable que tenía la mayoría de esta gente, las maletas atadas con
cuerdas… Se te encoge el corazón. Personas que nunca había salido de su
pueblo, ¿quién no ha salido de su pueblo hoy? Todo ese choque de “no sé
dónde voy, ni a qué fabrica, soy el emigrante 507 de Mercedes…” Ese aspecto de
inmigración masiva de dos trenes por semana llenos de emigrantes debe ser una
sensación aterradora. El regreso es otro de los temas fundamentales de este documental, la
falta de comprensión y reconocimiento del esfuerzo con el que se
encontraron.
Muchos habían contado las dificultades como chascarrillos, suavizando mucho
la realidad. Pero también había familias conscientes del esfuerzo. El problema
es que estas personas se convierten en la vaca lechera que sirve a todos y con
el paso del tiempo el vínculo afectivo se va diluyendo, con lo cual interesa que
sigan allí y traigan bienes económicos y materiales. Ves que en verano vuelven
con una tele grande, un buen coche… Pero ellos lo que más echan de menos es un
reconocimiento de la sociedad. La percepción es ‘nuestro dinero ayudó a que las
familias salieran adelante, España crece mucho más aprisa gracias a las divisas
y luego si te he visto no me acuerdo’. Casi se sintieron un problema porque
cuando volvieron España empezaba a sufrir las consecuencias de la crisis del
petróleo que Franco había retrasado vaciando las arcas. El desexilio de Benedetti, el no sentirse de ninguno de los dos
sitios, es otro de los temas que tratáis.
Tienen sentimientos contrapuestos con respecto a los países de recepción y a
España. Es muy normal que los que volvieron te digan que echan de menos Alemania
¡es que han pasado allí 30 años! Muchos siguen utilizando expresiones de los
años 50, incluso siguen pensando que España es la de entonces. Y los que se
quedaron, cuando vienen ven qué cosas funcionan mejor en España, pero tienen esa
sensación de “en mi pueblo me moría de hambre y aquí conseguí trabajo”.También
hay que tener en cuenta que aunque un millón se fuera sin contrato, el otro
millón sí lo llevaba. Es decir, había un intento por
racionalizar, por organizar esa emigración masiva.
Y por otro lado, cuando llegaron a Alemania tenían veinte años y a esa edad
te quieres divertir y ellos también se divirtieron mucho, en los barracones,
pasando mucho frío, pero se lo pasaron bien y lo cuentan riéndose. Uno de los pilares fundamentales de “El tren” son las imágenes de
archivo que reflejan la crudeza del entorno laboral y social de la experiencia
de estos emigrantes, pero también la paradisiaca imagen que el Régimen mostraba.
Pero también se convirtió en uno de los obstáculos más importantes para la
realización de este documental, ¿por qué?
Era fundamental tener las imágenes, que son nuestra memoria. No valía sólo el
testimonio de los emigrantes, había que verlo. Hay 40 minutos de imágenes de
archivo, y eso lo encareció muchísimo. Hay de archivos privados y públicos, pero
claro llama más la atención que haya imágenes de los públicos que
cuesten 6000 euros el minuto. Nos sorprendió que nuestra memoria en
imágenes esté en manos de instituciones públicas que hacen casi imposible su
uso. De hecho, si no llega a apoyarnos primero la productora La Iguana, y
después el Ministerio de Cultura esté documental no habría existido. En el coloquio comentaste que una de las mayores satisfacciones de
este documental son las proyecciones que hacéis en institutos. ¿Cuál es la
reacción de los adolescentes?
Muchos no se lo creen. Y los que menos se lo creen son los que han
tenido un abuelo emigrante. “Pero si mi abuelo me cuenta cosas muy
buenas”, nos dicen. Y yo no lo dudo, sobre todo los que fueron 3 o 4 años,
hicieron unos ahorrillos, volvieron y abrieron un bar. A esos fue a los que
mejor les fue. Si a nosotras nos costaba creerlo, y tuvimos que hacer un
esfuerzo tan grande en documentación, pues a los chavales de hoy mucho más. Pero
encuentran inmediatamente las similitudes con la situación de los inmigrantes de
hoy. Para eso es para lo que sirve este documental. A los alemanes les molestaba
tener a españoles de vecinos porque el edificio olía a aceite de oliva y a ajo.
Es lo mismo. Si consiguieras el presupuesto para hacer el documental que
quisieras, ¿cuál harías?
Ya estábamos preparando uno, pero no hemos conseguido financiación. Se
trataba de un retrato intimista de una inmigrante boliviana en España y la
difícil relación con su hija. Queríamos ahondar en este tema que en “El tren” no
pudimos desarrollar más.
La continuación de este documental ocurre en
España en el año 2010, cincuenta años después, porque “es normal que las
personas tengan recelos, la pena es que no se aprenda de lo que llevamos
haciendo toda la vida”.
Ha escrito y dirigido la serie documental Camino a casa, que aborda la
emigración española de décadas pasadas. En ella muestra las penurias,
dificultades y también las oportunidades que esos españoles encontraron en los
países de acogida. Y las compara con la situación que viven los miles de
inmigrantes que en la actualidad llegan a España.
Se calcula que actualmente más de 4 millones de inmigrantes
viven en España. A diferencia de los muchos noreuropeos llegados para vivir una
jubilación dorada en las costas del Mediterráneo o en las islas (Baleares y
Canarias), la mayoría ha venido a trabajar, a buscar un futuro que les negaban
sus países de origen. Han venido huyendo de la pobreza, la miseria y, en muchos
casos, de las guerras. Y por esas mismas razones seguirán llegando mucho más.
Se trata de una situación similar a la que España y Europa vivieron
durante el pasado siglo. La emigración masiva supuso para millones de europeos
la posibilidad de sobrevivir y prosperar. Paradójicamente, hoy la inmigración
masiva inquieta a buena parte de la opinión pública del viejo continente. El
miedo al inmigrante y su criminalización se extiende cada vez más. La
desmemoria aumenta.
Adolfo Dufour es un documentalista español de
larga trayectoria. Y acaba de estrenar Camino a casa (La 2, RTVE), una
serie documental de seis capítulos que narra la diáspora de la emigración
española desde 1940 hasta 1980 y que pretende ser una fuente de experiencia y
conocimiento para entender el fenómeno migratorio que acoge hoy España.
A continuación, la entrevista que mantuvo con
Teína.
¿Cómo surgió la idea de realizar esta serie?La
serie surge como resultado de la creciente preocupación por el fenómeno de la
inmigración que registra nuestro país. Hoy, España es un país desarrollado
económicamente que acoge una situación que otros países europeos ricos ya habían
experimentado de manera paulatina hace décadas. A nosotros, debido a que antes
éramos más pobres, nos ha llegado como un aluvión, de forma muy rápida y en
relativamente poco tiempo, lo que origina desconcierto en algunos sectores.
Aunque es justo decir que una gran parte de la sociedad española ha recibido de
forma abierta a los emigrantes.
¿Cuáles son los objetivos que se ha
fijado?Sobre todo, refrescar la memoria de los españoles. No hace mucho
que también fuimos emigrantes. Pensamos que dar voz a los protagonistas de
aquella gesta era un buen método para ver que los problemas, sustancialmente,
son los mismos y que la experiencia de esos españoles que emigraron, relatando
sus alegrías y sinsabores, sus sentimientos, sus logros y fracasos y la ayuda
que recibieron en los países de acogida podía ser una voz cualificada que
calase en el pensamiento y el sentimiento de la sociedad española. Por otro
lado, al hacerlo, recordábamos el importante papel que los emigrantes españoles
desempeñaron para el desarrollo económico (a través de las divisas que mandaban)
y el desarrollo de las ideas democráticas en España. Por eso, me creo
la España actual, algo
desmemoriada, tiene una deuda pendiente con todos esos emigrantes españoles a
los que se les debe, al menos, el reconocimiento social que merecen.
Usted señala que España es hoy un país de
inmigración, pero que hasta hace no mucho eran los españoles los que emigraban,
incluso «sin papeles» para buscar un futuro mejor. Sin embargo, en la
actualidad, parece no recordarse ese pasado. ¿Cómo ve esta
situación?Recordar es una buena manera de alimentar la inteligencia.
Como dice un antiguo emigrante español en Bélgica: «El racismo es una cuestión
de ignorancia». La desmemoria respecto a nuestro pasado puede ocultar un cierto
egoísmo: ahora que somos algo más ricos, que vengan todos muy regulares, muy
controlados y sólo a trabajar en lo que no queremos. Pero resulta que quienes
vienen son personas iguales a nosotros, que llegan a colaborar con nosotros y
que tienen derecho a intentar progresar como lo hicimos los españoles.
Recordemos... y veamos con mayor claridad, vivamos la historia reciente como
algo vivo y en movimiento, que nos ayude a entender la interculturalidad de
nuestro mundo contemporáneo, de nuestras ciudades enriquecidas social, económica
y culturalmente por esa amalgama de personas, de ideas, de sueños compartidos.
Solucionemos los problemas y no achaquemos los males a la emigración. La
delincuencia no tiene que ver con los emigrantes, sino por un lado con los
terribles contrastes entre la gran riqueza y la extrema pobreza y, por otro, con
mafias ajenas a este proceso, que no son emigrantes, sino delincuencia
organizada internacional que se instala en países ricos donde corre el dinero
fácil y se puede lavar con facilidad.
Es importante ejercitar la memoria histórica,
¿no?Claro. Miremos lo que cuentan honrados emigrantes españoles que
recuerdan cómo cuando había algún acto delictivo en algún país europeo, se
culpabilizaba a los emigrantes. Bastaba que un miembro de la comunidad española
cometiese algún delito para que se criminalizase a toda la colectividad. Si los
españoles lo sufrieron en sus propias carnes, aprendamos para no ser igual de
injustos y recordemos la cantidad de riqueza que generaron los españoles en los
países europeos y americanos de acogida, tanta como la que hoy crean los
emigrantes sudamericanos, subsaharianos y magrebíes en nuestro país. Por otro
lado, igual que los emigrantes españoles se desarrollaron social, cultural y
políticamente por la convivencia con los ciudadanos de los países a los que
emigraron, también lo hacen los inmigrantes en España que trasladan a sus países
de origen ideas sociales avanzadas y democráticas.
EL BLINDAJE DE EUROPA España en particular
y los países de Europa en general han sido históricamente países de emigrantes.
Pero actualmente, y cada vez más, buscan cerrarse a cal y canto y blindar sus
fronteras. ¿Piensa que la política de «más vallas y más controles» sirve para
algo? Es curioso, pero la política de vallas y controles sólo se
aplica a los seres humanos pobres. Con la llamada globalización, muchas personas
pensaron en la posibilidad de un progreso generalizado que terminase con la
miseria endémica de numerosos países africanos y americanos. Pero la realidad ha
sido distinta: la globalización hoy es, ante todo, la inmediatez, la ganancia
instantánea para los grandes capitales y un filón para las naciones ricas que
dominan la gestión y el comercio. Luego, el resto; y en ese resto están millones
de personas de lugares empobrecidos de África y América que, sin embargo, poseen
valiosísimas materias primas. Paradójicamente, a los escasos magnates
ricos de esos países, se les recibe con agasajos; a los que se veta y discrimina
es a los pobres. La pregunta es esa, si a los emigrantes se les discrimina
porque son distintos culturalmente o porque son pobres. La política de vallas,
como se ha visto, sólo conduce a más desgracia. Las fronteras son murallas muy
débiles ante la tempestad del hambre. Hay que buscar otros remedios. Para ello
hay expertos y, ya que la política está prácticamente profesionalizada, hay que
pedirle a los políticos que intenten hallar esos remedios, que investiguen y que
aporten soluciones justas e imaginativas, de la misma manera que exigimos a
otros colectivos sociales y profesionales, como los médicos y los científicos,
que se responsabilicen de su trabajo. Para poner vallas, no hace falta devanarse
mucho la cabeza: es una solución burda y lesiva; para eso no hacen falta
expertos ni políticos; se le ocurre a cualquiera sin inteligencia.
A raíz de la llegada a las Islas Canarias
de cayucos con subsaharianos, algunos políticos y medios de comunicación han
hablado de «invasión de inmigrantes». Paradójicamente, y como puede verse en el
capítulo La fuerza del viento, en la década del 40 y 50 miles de canarios emigraron en precarias
embarcaciones hacia Venezuela. Recordar esto ¿puede contribuir a comprender
mejor la situación actual? Los inmigrantes no invaden, tan solo
llegan. Para invadir hay que tener espíritu bélico, poder, armas, afán de
dominio, y los inmigrantes no traen nada de eso; son portadores de deseos de un
futuro mejor, integración, trabajo, desesperación por salir de la miseria y
voluntad de progreso. Como cuenta un emigrante canario —que a comienzos de los
50 viajó en velero y entró clandestinamente en Venezuela— respecto a las pateras
que hoy llegan a las Islas Canarias: «Los tiempos han cambiado, pero la
situación es la misma: huir de la miseria, como yo lo hice». El alarmismo creado
por algunos políticos con el ánimo de sacar réditos electorales apelando a los
sentimientos más mezquinos, al miedo y al egoísmo, se descalifican por sí
mismos. Ayudemos a encontrar la solución, colaboremos a que se desarrollen los
países pobres, repartamos de una manera más social y equitativa la riqueza que
acumulamos los países europeos; aunque parezca paradójico, todos viviremos
mejor; el mundo es generoso: hay para todos. Además, reconozcamos que
desplazarse de un lugar a otro pacíficamente es un derecho inalienable de todo
ser humano.
CULTURA Y EDUCACIÓN
PARA EL ENTENDIMIENTO Las enormes desigualdades existentes entre
el mundo rico y el pobre no parece que se vayan a reducir en el corto plazo.
Esto implica que las migraciones internacionales aumentarán. ¿Cómo creen que
deben actuar los gobiernos y cómo prepararse las sociedades? Con
justicia social. Y ello quiere decir reequilibrio económico, es decir, que la
democracia política se corresponda con la económica, que la libertad alcance a
todo el mundo, con comprensión, entendimiento, pacifismo, solidaridad,
tolerancia.
¿Le parece que con la buena voluntad y el
esfuerzo de algunos medios de comunicación, asociaciones y ONG alcanza para
sensibilizar a la opinión pública? ¿O es necesario que los gobiernos y las
instituciones públicas (las escuelas, por ejemplo) se impliquen a fondo?
Es necesario que los gobiernos y las escuelas se impliquen a fondo
en propagar ese clima de entendimiento, comprensión y tolerancia. Pensar en uno
mismo y en los demás como si fuesen tú mismo, ponerte a veces en su lugar. Como
cuenta una emigrante española: «Nadie escoge el lugar donde ha nacido, ni la
familia o las circunstancias sociales en las que nace». La cultura
desde la infancia, una cultura abierta y libre, no impuesta ni dogmática, una
revisión de la historia alejada de imperios, dominios, confrontaciones y
guerras, basada en los auténticos héroes de la humanidad, muchas veces anónimos,
basada en aquellas personas que con su esfuerzo contribuyeron al desarrollo
humano, es decir, una historia de científicos, sabios, inventores, pensadores...
de pueblos, de gentes, de solidaridad. La cultura es la mejor herramienta para
erradicar lacras como la xenofobia o el racismo... y los gobiernos, como
garantes del bien público, deben fomentarla en las instituciones y escuelas.
Para realizar la serie ha viajado por varios
continentes y escuchado múltiples historias y testimonios. ¿Qué le ha dejado
esta experiencia? Emoción y aprendizaje. Esos emigrantes a los que
entrevisté, como se ve en los documentales, aportan experiencia, sabiduría y
algunas soluciones; muestran que la emigración de los españoles no fue tan
distinta de la que ahora llega a nuestro país. Muestran que sus corazones
albergaron sentimientos parejos, que su nostalgia también fue infinita; que una
gran cantidad salió pobre, prácticamente sin nada; unos fueron con
contrato y otros muchos, sin papeles, no, y se les tildó de ilegales. No fueron
en pateras, pero sí en veleros clandestinos que cruzaban en penosas condiciones
el Atlántico. Son gente que trabajó en las arenas magrebíes, en las viñas
argelinas, en la selva amazónica, en los Andes, en la sabana australiana, en las
duras minas de Bélgica, en la industria europea, en los campos patagónicos;
personas que comerciaron en ciudades sudamericanas, que limpiaron en hogares de
París, que fueron temporeros agrícolas en Francia... Hacer esta serie me dio la
posibilidad de conocer que los españoles también fuimos emigrantes pobres,
clandestinos e ilegales.
Una experiencia intensa...Sí, porque
también me emocionó la belleza de las personas. Esa belleza interior y solidaria
que es capaz de dar el ser humano en las condiciones más extremas. Ver y
escuchar como los emigrantes se unían ante las adversidades, se ayudaban, se
acogían. Pero es también un recorrido de descubrimiento que puede ayudar a
comprender los anhelos y las necesidades de los nuevos emigrantes que hoy
quieren ser acogidos en España. He aprendido, como dice un emigrante español en
Los Llanos (Venezuela), «Que el mundo es redondo y todos necesitamos unos de
otros para seguir viviendo».
CUANDO salir del país se convierte en la única posibilidad algo está fallando. Muchos jóvenes españoles están haciendo las maletas para buscarse la vida lejos de casa. La generación mejor preparada no tiene cabida en España porque no hemos sido capaces de adaptar y modernizar nuestra economía y nuestro sistema productivo. Los recortes de los últimos años han sumido en el paro a una juventud que de repente se ha encontrado sin futuro y sin perspectivas de poder desarrollar un proyecto de vida decente. Por primera vez en mucho tiempo, nuestros hijos van a estar peor que nosotros.
Con una tasa de paro juvenil que ya supera el 50%, una gran parte de la juventud tiene que hacer las maletas y abrirse puertas en un mercado laboral que cada vez entiende menos de fronteras. La fuga comenzó con un perfil de jóvenes más o menos acomodados: 25 ó 30 años, currículo cualificado, dominio de idiomas y sin cargas familiares, que emigraban a Alemania, Francia y Reino Unido. Pero ese perfil ha cambiado. En 2011 ya salieron medio millón y el perfil ya no es tan selecto; el abanico de países, tampoco. Polonia, Chile, Uruguay, Brasil, Angola…, comienzan a ser los destinos de la llamada generación perdida, que pone sus ojos en el extranjero ante el futuro de paro, precariedad y falta de oportunidades que le espera en nuestro país.
No se trata, pues, de emigrar a otros países en busca de un mejor estatus profesional; se trata de emigrar por necesidad, para poder subsistir y vivir algo mejor que en el país de origen. Exactamente igual que les ocurre a tantos inmigrantes subsaharianos, centroeuropeos o latinoamericanos que llegaron y siguen llegando a España. Nuestro país está pasando de ser un país de emigración a volver a la dura realidad de los años sesenta: ser un país de emigrantes. Al igual que los que llegaron aquí, se encontrarán con otra cultura, otras tradiciones, otras lenguas…
Esperemos que no encuentren el rechazo con el que muchos se han encontrado en España, que no se encuentren con bulos como los que aquí corremos: que vienen a quitarnos el trabajo, que se llevan todos los beneficios médicos, de ayudas sociales, que son delincuentes, que… Ojalá nuestros jóvenes se encuentren con un ambiente de acogida, de solidaridad, de comprensión. Y ojalá también que esta nueva emigración sirva para que en el interior de nuestro país se entienda que nadie deja su tierra por gusto, que nadie se la juega por un seguro médico o una ayuda al desempleo.
Cuando alguien deja su patria lo hace o porque corre peligro su vida o porque necesita vivir con más dignidad que en su país. Si los gobiernos no son capaces de ofrecer un futuro esperanzador, los ciudadanos son forzados a salir para ganarse la vida. Aquí y en Marruecos, Guinea o Paraguay… Fuentes: http://www.huelvainformacion.es/
La búsqueda de empleo o de nuevas oportunidades está detrás de la decisión de gran parte de los 17.179 gallegos que decidieron abandonar su tierra en 2011. La cifra es un 3% superior respecto a 2010, de acuerdo con la estadística de flujos migratorios elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El saldo de migración fue negativo el año pasado en la comunidad. Esto es, abandonaron Galicia 168 personas más de las que llegaron. El crecimiento vegetativo gallego, con más defunciones que nacimientos, se torna más severo todavía debido a la fuerte crisis que arrecia en España desde 2008. La estadística oficial muestra que los destinos de los gallegos han cambiado algo, pero no de manera notable. Madrid sigue siendo, con diferencia, la comunidad autónoma que más gallegos recibe en busca de oportunidades laborales o por la consecución de un trabajo, por ejemplo. Fueron 3.925 los gallegos que marcharon a la comunidad madrileña en 2011, un 8,76% más que durante el ejercicio anterior. Otras autonomías tradicionalmente preferidas para los gallegos a la hora de partir han perdido fuelle. Es el caso de Cataluña, donde marcharon 2.102 gallegos en 2011, por los 2.421 del ejercicio anterior. También han perdido tirón la Comunidad Valenciana, País Vasco, Navarra y Castilla-La Mancha. Por el contrario aumentó en regiones donde, curiosamente, el paro es muy elevado. Hasta 1.533 gallegos marcharon rumbo a Andalucía el año pasado, y medró también la salida hacia Castilla y León, Canarias o Asturias. De vuelta Galicia recibió, por otra parte, a 16.044 ciudadanos españoles procedentes de otras comunidades. El INE no especifica su lugar de nacimiento, por lo que es posible que algunos de ellos sean gallegos retornados. Así se podría entender la llegada de 2.449 ciudadanos a Galicia procedentes de las Islas Canarias, donde marcharon muchos jóvenes para trabajar en la hostelería y la construcción antes de la llegada de la crisis. Madrid lidera las comunidades emisoras de ciudadanos, con 2.571 personas. Llegaron a Galicia 1.390 ciudadanos desde Andalucía, 2.175 desde Cataluña, 972 de la Comunidad Valenciana o 956 de Asturias.
Parece que fue hace mucho tiempo cuando los padres de los jóvenes de hoy tenían que emigrar hacia países ajenos en busca de una vida y un futuro mejor. La vieja creencia de que las cosas eran para toda la vida ha dado paso a una generación nómada de cambios radicales, en la cuál lo único que parece estar garantizado es la cola del paro. Es por ello que se está repitiendo nuevamente el fenómeno de la emigración. Los jóvenes empiezan a optar por seguir los pasos que muchos de sus padres dieron hace años, aunque en circunstancias muy distintas.
Mientras la necesidad apremiaba hace años en el país, los hijos además de estudiar vivían entregados a las tareas familiares. La precariedad y el afán de mejorar hizo que muchos ourensanos se repartieran por el mundo, en ocasiones para ocupar puestos de trabajo que ni los propios lugareños de los países a los que se emigraba querían. Muchos de ellos se iban sin ninguna preparación, los universitarios se podían contar con los dedos de las manos, pero existía un espíritu de superación y unas ganas de trabajar que han ido quedando socavadas con el paso del tiempo y que algunos jóvenes intentan recuperar.
Hoy este fenómeno vuelve a ser algo común, aunque la nueva generación de emigrantes en poco se parece a las pasadas. Los actuales pasan años estudiando carreras y complementándolas con másteres, seminarios y demás cursos. La tecnología ha traído la inmediatez y el conocimiento casi instantáneo de todo lo que pasa, unos lujos que de poco han servido a la hora de enfrentarse al mundo laboral. Los jóvenes se ven obligados a vivir en casa hasta los treinta porque no encuentran trabajos y los que hay son bajo unas condiciones en ocasiones insultantes, están mejor preparados. Sin embargo, también hay quien considera que no todos los males de esta generación se pueden achacar a la situación actual. Así lo afirma la encargada de programas internacionales de RSM Tenon en Belfast, Mari Carmen González: «La gente de hoy no es responsable, no se implica en su trabajo. Los que tienen poder lo utilizan para enriquecerse, el que cobra el paro lo prefiere antes que trabajar».
Parece claro que la sociedad se encuentra ante una generación nueva que ha decidido buscarse la vida fuera de España debido a la escasez de oportunidades y de buenas condiciones laborales, lo que se vuelve más evidente en épocas como la que se vive actualmente o cómo se vivió durante los años 80. Parece que esta oleada de jóvenes ha decidido dar un paso adelante para conquistar el extranjero en condiciones de calidad.
Los países de la Unión Europea son el destino favorito de los que se marchan.
«Ahora que el mundo es más pequeño y todo está más cerca hay un pulsión en la sociedad a vivir la movilidad como un drama» l «Es impúdico que los políticos se sigan riendo o que se anuncien huelgas para dentro de cuatro meses buscando la fecha más
José Luis García Delgado (1944) tiene un vínculo vital con Asturias que deja en segundo plano su condición de madrileño de nacimiento. Catedrático de Economía Aplicada, miembro del grupo que en los años 70 del siglo pasado puso en marcha la Facultad de Económicas de Oviedo, los números nunca le apartaron de su inclinación a las letras. Fue rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y preside el patronato de la Fundación de Archivo de Indianos de Colombres, institución ahora en trance complicado por los recortes presupuestarios. Para García Delgado momentos críticos como este se superan con un baño de realidad y mucha esperanza.
-Ese proceso de adelgazamiento de lo público del que nada se libra pone en situación muy comprometida al Archivo de Indianos de Colombres.
-Estamos preocupados y al mismo tiempo somos realistas. El Archivo es un patrimonio cultural único. Son cien años de vida de la emigración con todas las manifestaciones de ese movimiento de población. Es un capítulo importante de la historia española, particularmente de algunas regiones como Asturias, que ha sido pionera en crear un lugar que acopie documentación sobre la emigración y testimonios del hecho emigrante. Asturias fue la primera, y casi la única, en dedicar tiempo, dinero y talento a que esa página no se olvide, a que nadie crea que es una historia vergonzante; todo lo contrario, es un proceso constitutivo de la identidad de una región que nos proporciona magníficas referencias para superar situaciones adversas como las que tenemos. La emigración es arrojo, es emprendimiento, iniciativa o confraternización. Siempre se dice que aquí no hay vocación empresarial y no la hay si no se dan las condiciones adecuadas. Los que aquí no tenían capacidad de emprendimiento cuando llegaron a América crearon empresas, instituciones, centros y asociaciones. Lo empresarial es un problema de estímulos, de ambiente.
-¿En qué magnitudes económicas se mueve el Archivo?
-El Archivo de Indianos ha llegado a registrar casi 20.000 visitantes anuales de pago, que aportan en torno al 25 por ciento de nuestro ingresos, complementado con las aportaciones del Principado y Cajastur. En estos veinticinco años hemos sido muy estrictos en el manejo del dinero pero ahora nos encontramos ante una reducción del 70 por ciento de un presupuesto, que ronda los 300.000 euros, y que ha dado para todo, desde rehacer un edificio en ruinas a pagar nóminas. Una cosa es adaptarse a una economía de guerra y otra afrontar una reducción de una magnitud que nos abocaría al cierre. Y el Archivo de Indianos no se puede cerrar. Pero estoy esperanzado con la buena disposición del Principado y con el nombramiento de una persona de la talla de Paz Fernández Felgueroso para presidir el Consejo de Comunidades Asturianas, que es una institución aledaña.
-Lejos de ser una episodio del pasado, muchos españoles vuelven a encontrar en la emigración su única salida.
-La de ahora es una emigración distinta. Tal vez tenga el mismo sentido de búsqueda de la oportunidad, de un trabajo y una vida alternativas porque la gente no emigra por aventura. En otro tiempo el emigrante que se iba sabía que probablemente no regresaría nunca. Ahora emigran sobre todo españoles cualificados, lo que desde un punto de vista económico es penoso pero, desde otra perspectiva, resulta admirable porque supone que hay españoles con la cualificación suficiente para abrirse hueco en mercados laborales nada fáciles. Estoy pensando en médicos, en arquitectos o en ingenieros.
-Ese salir fuera de España es toda una convulsión para una sociedad como la asturiana en la hace muy poco se escuchaban lamentos por los muchos jóvenes que tenían que irse a trabajar a Madrid.
-Ese empeño de no dejar el lugar es una reacción curiosa porque Asturias siempre fue una sociedad de emigración. Yo lo viví siendo presidente del convenio colectivo de Ensidesa en la segunda mitad de los años 70, al comienzo de la transición. Eran convenios colectivos complicados, con más de 20.000 trabajadores, y se trataba de hacer una reajuste de plantas; pasar de Mieres a Veriña era un drama. Nuestros mayores tenían perfectamente aprendida la asignatura de la movilidad. Y ahora que el mundo ha empequeñecido, que las fronteras han caído y el transporte es más rápido hay una pulsión social, una tendencia en una parte de la población a vivir la movilidad como un drama. La movilidad permite encontrar otras oportunidades y ya habrá tiempo de volver. No es bueno querer para nuestros hijos que estudien donde han nacido, que encuentren trabajo donde han estudiado. Tenemos la inmensa suerte de poder conocer más mundo que nuestros mayores.
-A un economista es obligado preguntarle si todo lo que vivimos ahora no era predecible, si el saber económico ha fracasado en su capacidad de advertir hacia dónde nos dirigíamos.
-Estamos en una situación muy difícil y comprometida. Hay que buscar elemento que transmitan esperanza, lo peor que nos podría pasar es caer en la desmoralización. Decía Raymond Aaron que en ocasiones la esperanza más que una virtud es un deber y este es uno de esos momentos. Mirando hacia atrás, hay un ciclo de crecimiento que dura desde los 60 hasta 1974, catorce años de prosperidad seguidos de diez años de crisis por el ajuste industrial. Hasta avanzado el año 84 no se puede decir que la economía española iniciara una senda de crecimiento continuado. Desde el año 95 hasta el 2008 vivimos otro tiempo de prosperidad y no resulta impensable que ahora estemos en otro período de diez años de búsqueda de salidas y de realizar reformas para encontrar de nuevo la senda del crecimiento. Entre 1975 y 1984 en España se hicieron muchas reformas estructurales, que permitieron que una economía casi autárquica estuviese en condiciones de ingresar en el Mercado Común Europeo. Ahora hay que hacer esas reformas con el pulso necesario para que la recesión no devenga en depresión. Hay motivos para la esperanza. A los 68 años puedo decir que los españoles de mi generación no tenemos derecho a ser pesimistas en ningún caso, todo ha ido de menos a más. Quizá ahora no hayamos sido demasiado diligentes en los primero compases de la crisis y quizá eso la hizo más severa, pero hay motivos para la esperanza.
-Usted alude a la crisis de los 70 y cada vez resulta más un lugar común la afirmación de que la que vivimos ahora nos retrotrae a aquellos tiempos.
-No hay comparación. No nos acordamos, pero la transición fue tremenda. Muchos conflictos de orden público acababan con víctimas mortales. Ahora estamos en una sociedad mucho más asentada y próspera. En los 70 carecíamos del tejido empresarial que tenemos hoy, con muchas empresas españolas convertidas en multinacionales. Sabemos hacer empresa competitiva como antes no sabíamos y la sociedad está más instruida, mejor formada. Hay una sociedad civil que no existía en los 70, es una sociedad mucho más vertebrada, mucho mejor pertrechada para el futuro pero a condición de que hagamos un ejercicio de realismo. A esto han de contribuir quienes tienen responsabilidades en el ámbito público, no sólo los políticos. No se hace pedagogía social, en unos casos por no perder votos y en otros por no resultar antipáticos. El Estado del bienestar es una conquista viable y admirable que hay que mantener pero no en las condiciones de los últimos treinta años.
-¿Es cierto, como sostiene Rajoy, que no hay alternativa al severo ajuste puesto en marcha por el Gobierno?
-Vivimos endeudados. Mientras nos den crédito tenemos la posibilidad de usarlo para incrementar nuestra fuentes propias de generación de rentas. Cuando dejan de financiarnos no queda más remedio que el ajuste. Por ahí no hay alternativa. Pero sí creo que hay margen de maniobra en la gestión, empezando por transmitir mejor y convencer a la ciudadanía de lo que hay que hacer. Como soy profesor e hijo de maestro creo mucho en la pedagogía y cuando se nos convence de algo, lo que hay que hacer lo hacemos más rápido y mejor que cuando se nos impone. Al último Gobierno de Zapatero y a Rajoy les falta pedagogía social. En el verano del 77, se tomaron medidas dificilísimas, como pasar de indiciar los salarios por la inflación pasada a tomar como referencia la inflación prevista, lo que suponía reducir de un tajo diez puntos pero cortaba la espiral inflacionista. Enrique Fuentes Quintana, vicepresidente económico en el segundo Gobierno de Adolfo Suárez, explicó en la hora de mayor audiencia televisiva la necesidad de introducir el impuesto sobre la renta de las personas físicas. Si queremos mantener lo que tenemos hay que reajustarse, hay que dejar de reírnos porque es impúdico que los políticos se sigan riendo, salir a anunciar el copago riéndose o anunciar una huelga de general para dentro de cuatro meses buscando la fecha que más conviene. Como sociedad transmitimos muy mala imagen por la división interna y nuestros prestamistas son foráneos.
-También mina la imagen social ese empeño en flagelarnos por gastizos, ineficientes o proclives a abusar de las prestaciones sociales.
-Hay que evitar la autoflagelación. Creo que la pulsión hipercrítica de la generación del 98 no trajo nada bueno. El hipercriticismo puede llevar a la pérdida de la autoestima, que es algo fundamental en todos los órdenes de la vida. La peor consejera de un individuo o de un país es la autocomplacencia, pero es necesario siempre un cierto nivel de autoestima.
-Usted investiga sobre el español como recurso económico.
-Es una investigación larga que trata de poner de manifiesto el potencial económico de una lengua que es la segunda de comunicación internacional, tras el inglés. Comerciamos con la América hispana tres veces más de lo que lo haríamos si no tuviéramos una lengua común, pero los flujos financieros se multiplican por siete. La lengua tiene unos efectos multiplicadores. Para la sociedad española ha sido una bendición que buena parte de inmigración, casi un 40 por ciento, que recibimos en los años de bonanza económica procediera de países con los que compartimos el idioma. Eso permitió una integración social y laboral con costes mucho más reducidos de los que implica la de rumanos, búlgaros, norteafricanos o subsaharianos. Hay determinados servicios de proximidad en los que la lengua es fundamental por toda la cultura que lleva aparejada. Todo eso es cuantificable, con dificultad, pero puede hacerse.