DIEZ AÑOS SIN CARLOS CANO | Memoria sentimental
Un cancionero para la Historia de Andalucía
Cantó la Historia de Andalucía con fondo de tangos, nanas, boleros o murgas carnavaleras. El repertorio de Carlos Cano diez años después de su muerte parece un manual con la crónica de una tierra que él supo narrar como nadie. Canciones por las que no sólo ha pasado bien el tiempo sino que más que memoria sentimental son un fresco histórico en el que se pueden leer los episodios de utopía, desdicha, felicidad y finalmente desencanto de Andalucía.
Andalucía es sujeto y fondo escenográfico de buena parte de sus canciones. Al repasar los títulos se descubre que nunca faltó en el cantaor esa necesidad de la música para la denuncia y para la crítica. Pasan sus letras para recordar la desgracia de la emigración andaluza, la lucha por la identidad en los años de la conciencia autonómica, la crítica al poder traicionado por la izquierda y polémicas como la entrada en la OTAN, los conflictos y las luchas obreras, el paro y todos los males sufridos por Andalucía. Carlos Cano cantó a todo eso, soñó con una Andalucía mejor, se topó con el desengaño y finalmente escogió la vía del intimismo hasta que «mi pobre corazón/ de tantos desengaños,/ se paró», como escribió en sus premonitorias Habaneras de Nueva York.
Carlos Cano había optado por dignificar la copla, rescatándola de la jaula en la que estaba atrapada desde el nacionalfolklorismo de la Dictadura. 'La copla, memoria sentimental' (1999) y 'De lo perdido y otras coplas' (2000) dan testimonio de ese homenaje a años luz del neofolklorismo ahora practicado con tanto éxito por Canal Sur y que demuestra el vacío en el que ha vuelto a caer el género. ¿Que habría pensado de todo esto Carlos Cano, el verdadero y más lúcido 'resucitador' de la copla?
La biografía de Carlos Cano está escrita en sus canciones y el repaso a sus letras sirve para descubrir los episodios de la Historia de Andalucía. Élsufrió el drama de la emigración: trabajó en la imprenta alemana del 'Der Spiegel', como mozo de hotel en Suiza, marinero en el puerto de Rotterdam y albañil en Barcelona. De esta época data una de sus primeras canciones, 'Miseria' en la que explicaba la desgracia de una tierra marcada por la pobreza: «Vengo de abajo, cansado de tanta cuesta./ Vengo, no sé a dónde voy, huyendo de ella./ (…) La miseria. Vengo de abajo, de un valle podrido de/ yerba, donde no existe el futuro, sólo la miseria».
Otros títulos que Cano dedicó a la emigración fueron 'El Salustiano' («Hasta un pueblo d'Alemania ha llegao el Salustiano/ con más de cuarenta años y de profesión el campo,/ pa buscarse l'habichuela y ahorrar algunos marcos/ y que pueda la parienta comprar algunos marranos./ Yo no creo que el sombrero les toque en la tómbola/ a esos gachós trajeados que viven de na./ Que lo roban, lo roban, con cuatro palabritas finas lo roban».
O 'Viva la grasia', donde criticaba la imagen de aparente alegría de un supuesto paraíso como Andalucía que, sin embargo, condenaba a sus habitantes a emigrar. La tragedia que se ocultaba bajo el carácter festivo de los andaluces como se empeñaban en demostrar en los documentales de Nodo, disimulando así la tragedia de la emigración: «Ustedes tienen sol, grasia pa vivir, vino, playas y flamenco... ... sí, mucha grasia pa derramarla por las vendimias del Roselló. ¡Viva la grasia de Andalucía con pasaporte de emigración!».
La lucha por la identidad andaluza que caracterizó la Transición es otro de los grandes temas del repertorio de Carlos Cano. El disco 'A duras penas' (1976) es una muestra de su andalucismo militante. Su canción Verde, blanca y verde se ha considerado durante mucho tiempo como el himno no oficioso que ha marcado a varias generaciones de andaluces: «De Ronda vengo/ Lo mío buscando/ La flor del pueblo/ La flor de mayo/ Verde, blanca y verde./ Ay, qué bonica/ Verla en el aire/ Quitando penas/ Quitando hambres/ Verde, blanca y verde».
Hay una serie de canciones en las que Carlos Cano demuestra su capacidad para la denuncia sarcástica, la ironía, la parodia, heredada también de la tradición popular del Carnaval. En la famosa 'Murga de los currelantes' se asiste a una humorada donde se mostraban aún las esperanzas de los andaluces, pero en la que ya aparece el fantasma del paro o el caciquismo aún no del todo desterrado: «María,/ coge las riendas de la Autonomía/ Marcelo,/ que los paraos quieren currelo/ Manuel,/ con el cacique qué vas a hacer/ pues le vamos a dar con el/ tran, traca, tran, pico pala, chimpun/. y a currelar, para pa para pa para pa pa pa/».
Sin embargo, pronto aparecerá el desengaño, un sentimiento que aparece en un cancionero donde no falta la visión crítica a un poder andaluz que estaba traicionando muchos de los sueños. El abuso de poder o la corrupción aparecen en estas letras de denuncia en uno de sus títulos más conocidos, prodigio de canción-protesta disimulada con la apariencia de una pieza en la que se mezclan ritmos, refranes, músicas y dichos populares. Se trata de 'Las murgas de Emilio el Moro', donde aparecen las luchas de los trabajadores en los años de la reconversión de los astilleros con el cierre de factorías: «Frigoríficos volando la reconversión naval:/ ¡Guardias no tiréis pelotas que pa pelotas Puerto Real!». O la polémica sobre la entrada en la OTAN: «Vecina asómate al patio ¡Maricruz!/ A ver quién me aclara a mí este rebujar:/ que si dentro, que si fuera, tú dirás./ Que si bases, que si Otan, que si Morón,/ que si Rota y el Peñón de Gibraltar».
Además de la sarcástica estampa en que se había convertido el socialismo a su llegada al poder: «Me han dicho que has puesto en Madrid/ un despacho de mucho postín/ ¡Colócanos! ¡Colócanos! ¡Ay por tu madre colócanos!/ ¡Ay! Felipe de la Otan cataflota verigües/ ... llegará a ser un gran torero como Velázquez y Gregory Peck».
No faltaba tampoco la autocrítica hacia la pasividad de la sociedad civil andaluza que asistía con los brazos cruzados a la traición a un sueño: «No sé por qué te lamentas en vez de enseñar los dientes/ ni por qué llamas mi tierra a aquello que no defiendes./ Si en vez de ser pajaritos fuéramos tigre bengala/ a ver quién sería el guapito de meternos en una jaula».
Durante un tiempo, Carlos Cano apareció como símbolo del Partido Andalucista de Andalucía (PSA), pero nunca militó en ningún partido. El desencanto político de Carlos Cano no conllevó a la pérdida del compromiso en sus canciones. Lo demuestran títulos donde denuncia comportamientos sociales que se habían seguido manteniendo ya en democracia, como la marginación a los homosexuales y que narró en su memorable 'Romance a Ocaña'.
Ocaña fue un artista naif de Cantillana que defendió su homosexualidad con transgresiones como travestirse vistiendo de mantilla en paseos por Las Ramblas de Barcelona: «Era alegría de las Ramblas, corazón./ Armaba el taco, era la revolución./ Virgen de peineta y de mantilla,/ pluma de abanico, torbellino,/ ¡ay!, virgen como Carmen de Lirio». Tuvo un final trágico. Se disfrazó de sol en los carnavales de su pueblo con tan mala suerte que una bengala prendió el traje. Murió a causa de las quemaduras. Carlos Cano criticó con rabia la hipocresía de la gente–«¡Ay!, de quien no sienta la cabeza/ y entre nubes de sueños se pierde./ Dios los salve de la clase media»– al mismo tiempo que describió la terrible escena en un tono de copla de tragedia antigua: «¡Ay!, se fue, se fue vestida de día./ ¡Ay!, se fue, se fue vestida de sol./ ¡Ay!, se fue, las malas lenguas decían/ que el fuego la prendería,/ el fuego del corazón».
En el repertorio de Carlos Cano, que parece una hemeroteca de la memoria sentimental, hay incluso canciones dedicadas al fenómeno religioso del Palmar de Troya y el papa Clemente. En 'El milagro del Palmar' parodia la supuesta aparición de la Virgen, muy enfadada por el cariz progresista de los nuevos tiempos: «Que moderna s'a güerto la iglesia mucho progresista corre por aquí/ qu'hasta l'Papa lo tienen drogao obispos marxistas d'esos de Linin». Y el estribillo en el que denuncia al pícaro Clemente, que pasó de electricista a papa aprovechando la devoción incauta de la gente: «Clemente no te quedes con la gente Clemente con la copla se quedó».
Como epílogo a su particular Historia de Andalucía se podría rescatar una de sus letras, casi un leit motiv de su biografía, su postura ante los proyectos de la Andalucía que soñó y el fin de las ilusiones, la decepción a la que también puso música. Son algunos versos de Las murgas de Emilio el Moro: «Contraviento, contraviento yo me muevo a contraviento./ Y es por mi mala cabeza que me muevo a contraviento/ y me paso de la raya que a mí no me dobla el viento». Porque, efectivamente no lo doblegaron los vientos del poder, de los oportunistas, de los embaucadores o de los engañabobos que han habitado desde entonces esta Andalucía que él cantó como nadie.
fuentes el mundo.es
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