Escribo como un aragonés que siente gran admiración por los catalanes y catalanas, por la cultura catalana y por Cataluña. No obstante, hay al menos tres cosas que convendría plantear antes de considerar la independencia de nuestros vecinos: 1. Los efectos de la Dialéctica del Desarrollo Desigual (DDD); 2. Las desigualdades sociales contradictorias; y 3. El etnocentrismo catalán en materia de cultura.
Vaya por delante que los catalanes se han portado y se siguen portando muy bien con los emigrantes aragoneses. No es casualidad el que en su propia tierra les vaya mejor, de promedio, a los aragoneses que a sus propios ciudadanos. Si se entiende por mejor el que la segunda generación de aragoneses esté ganando más dinero, hayan llegado más lejos en los estudios, tengan mejores trabajos y manifiesten mayor satisfacción ante la vida. Hablar de promedios tiene escaso sentido, aragoneses hay muy pocos en Cataluña, y se sabe que quienes emigran no suelen ser los tontos de cada pueblo, sino gente con vitalidad y muy motivada. Pero es cierto: Cataluña se ha portado muy bien con nosotros.
LOS EFECTOS DE LA Dialéctica del Desarrollo Desigual (DDD). Cataluña y Aragón comparten la peculiaridad de regirse por un sistema capitalista de mercado. El dinero y los recursos no suelen ir a donde hace más falta, sino a donde pueden resultar más rentables. Si Cataluña es más rentable que Aragón el dinero preferirá ir allí, incluso el de los aragoneses. Detrás del dinero irán los mejores profesionales, afluirán recursos y emigrantes. Pero además en la DDD se incluyen otras tendencias. Por ejemplo, la de que el pez gordo se coma al chico (concentración); y la de que los grupos dominantes, el poder, y los intereses del poder, influyan sobre el sector público, que en vez de actuar como equilibrador de desigualdades territoriales, potencie espacios privilegiados y pueda hacer políticas contrarias a los intereses de las áreas dependientes, las que aportarían mano de obra barata y recursos baratos (centralización).
Y Aragón, sobre esto tiene algo que decir: cuando se iniciaron los ferrocarriles, las zonas con puerto de mar fueron favorecidas públicamente. La única flota mercante importante que había en Europa era la británica. Los ingleses influyeron e incluso costearon bastante de la red viaria, para asegurar sus suministros y su comercio. Cataluña y el País Vasco salieron altamente beneficiados por el poder público. Aragón quedó perjudicado y aislado de Francia. Incluso las vías de tren fueron diferentes a las del resto de Europa. Ya entonces tuvo poco sentido industrializar Aragón. Fueron decisiones públicas en favor de grupos dominantes, en este caso catalanes y valencianos.
Desde hacía siglos el aislamiento aragonés benefició a Cataluña. Y el territorio se ordenó a gusto de los espacios privilegiados. Gente muy valiosa: jóvenes licenciados y licenciadas, artistas, servidores domésticos, casi todas mujeres, emigraron a Barcelona. Cataluña, y esto sí es grave, se opuso a las comunicaciones aragonesas con Francia. A la Travesía Central Pirenaica. Ya en el siglo XVIII se había opuesto a la comunicación rápida y directa de Zaragoza con San Carlos de la Rápita. Hoy todavía está San Carlos muy lejos de ser un puerto de salida rápida para los productos aragoneses. Todo el Maestrazgo y gran parte de la provincia de Teruel se convirtieron en bolsas de incomunicación a efectos económicos.
Antes de hablar de la independencia catalana habría que restituir los perjuicios que quienes trabajan en Aragón han sufrido en beneficio de la burguesía catalana.
Y sigue habiendo un tema político de la mayor importancia: las desigualdades sociales contradictorias. Cuando ya no se está hablando de socialismo, lo de "trabajadores de todos los países, uniros" suena raro; pero los intereses comunes son mayores entre los parados catalanes y aragoneses que con los financieros de uno y otro lugar. La internacional neoliberal funciona muy bien. Y recorta a catalanes y aragoneses por igual. La derecha catalana no va a reñir con la aragonesa ni con la europea. Le importa poco lo de la independencia. Desplazar las reivindicaciones sociales hacia lo territorial sí que resulta rentable, aunque prime a territorios sobre personas.
El etnocentrismo, la creencia de ser el centro de lo que conviene, es contrario a cualquier racionalidad. Cataluña fue humillada en algo tan importante como es su propia lengua, por otros etnocentrismos, y lo sabe muy bien. En Aragón molesta que se falsifique la historia y se monopolicen los archivos históricos; que se colonicen bienes culturales y no se devuelvan; que se publiquen, por ejemplo, libros de cerámica catalana en los que se incluya a la de Teruel, que se editen discos de la soprano turolense Elvira de Hidalgo, como soprano catalana, etc. Pequeños detalles molestos. Jugar a independentismos nacionalistas suena un poco a "momio".
Profesor Emérito de Sociología.
Fuentes :http://www.elperiodicodearagon.com
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