El artículo, bien al estilo autoayuda, pretende constituirse en guía para los habitantes de España en la no tan agradable aventura de intentar conseguir un trabajo fuera de su país.
La nota comienza haciendo una breve descripción de la situación actual del mercado de trabajo y una sintetización sobre las perspectivas de corto y mediano plazo. Nada de lo que se describe es agradable y realmente nos obliga a los argentinos a remontarnos a la época de crisis. En España, actualmente hay una tasa de desocupación del 25% (1 de cada 4 personas consideradas activas, no tiene trabajo) y las perspectivas indican que ese número va a llegar al 30% (quizás superarlo) en unos años.
La caída del producto interno español ya lleva un acumulado de más de 3 años y se habla de que 2012 y 2013 también serán negativos. Sin dudas estos números no son para nada alentadores y van perfilando de algún modo el futuro del mercado laboral de ese país.
En el artículo se citan una serie de posibles destinos que no dejan de ser curiosos. Queda claro que el principal destino es la misma Unión Europea, la migración interna desde aquellos países con altas tasas de desocupación hacia aquellos con tasas relativamente bajas, y siempre hablando con la libertad de moverse dentro de la unión, es inevitable, es por ello que Alemania (entre otros) se presenta como un lugar predilecto a la hora de dejar el país. “Es el momento de los ingenieros, informáticos, profesionales de la salud y comerciales. Gran parte del mundo carece de ellos”, dice el diario español.
Un párrafo que describe muy bien el nivel de necesidad al que se ha llevado al ciudadano español, es el siguiente: “Debe empezar a buscar trabajo desde España, aconseja María José Martín, directiva de Manpower. Y si no encuentra una compañía que quiera ficharle desde aquí, lo que facilita notablemente la emigración y mejora los salarios, láncese a la aventura, apoyado por información y una red de contactos creada previamente”. En concreto, cualquier riesgo, por más grande que sea, es más potable que seguir sumergidos en la miseria laboral española.
Pero un caso llamativo y que para nosotros es una especie de revival pero en dirección contraria, es el de citar a los países latinoamericanos como un destino amigable y con grandes perspectivas de inserción. Argentina, dentro de ese abanico, es el lugar más ameno por varias cuestiones, en primer lugar, hay una colectividad absolutamente arraigada y además está el factor antepasado, en segundo lugar, Argentina no presenta legislación contraria a la inmigración y es junto con México, un destino relativamente sencillo desde el punto de vista legal. “Es más fácil emigrar a Argentina y México que a Brasil y Chile por los visados”, dice El País.
En cuanto a la calificación requerida para ocupar los puestos dónde hay demanda, queda claro que aquellas personas con perfiles más especializados y con niveles de capacitación medianamente altos, tienen mejores oportunidades.
La virulencia con la que esta crisis ha obligado a sucumbir a muchas naciones no tiene parangón, el epicentro está situado en aquellos países desarrollados y no deja de afectar a los estados en desarrollo. Las consecuencias en el mercado del trabajo son graves y elevan la sensibilidad de la gente, tasas de desocupación muy altas y perspectivas de que se sigan agravando. En Argentina la crisis ha pegado de manera ambigua, por un lado ha llevado los precios de los commodities a niveles siderales, pero actualmente se está resintiendo la demanda de muchos otros bienes industrializados y no industrializados, por lo que en 2012 se ha visto perjudicada la producción y la generación de puestos de trabajo.
La complejidad en cómo se va manifestando la crisis mundial nos obliga a ser cautos y a saber apreciar la situación en la cual estamos, pero también debemos valorar el período de crecimiento sostenido de los últimos años cuando en el mundo desarrollado los países, y principalmente la gente, sucumbían y siguen sucumbiendo. Esto no quiere decir que no estemos preocupados por el futuro, la imposibilidad de proyectar es un factor que impacta en nuestras decisiones y genera incertidumbre.
Fuente consultada: www.elpais.es
Pablo Favilla, Ingeniero Industrial UBA.
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