Artículo escrito por Jorge Monge, sociólogo y economista
¡Quién les iba a decir a nuestros padres y abuelos que España iba a ser un país de acogida de inmigrantes! y ¡quién nos iba a decir a nosotros, sus hijos y nietos, que España iba a ser un país de emigrantes!
Está claro que en este país las cosas van y vienen. En este sentido, nuestra estructura productiva enfocada a prosperar a base de pelotazos hace que, en materia laboral, la situación no sea diferente.
Este comportamiento cíclico de las “idas y venidas” de mano de obra parece que tiene en estos tiempos un claro punto de inflexión en 2011, si atendemos a los datos disponibles hasta la fecha en Eurostat.
Si se observa el saldo migratorio (es decir, la diferencia entre el número de inmigrantes y de emigrantes), se llega fácilmente a la conclusión de que España ha sido un gran receptor de mano de obra hasta 2010, último año en el que los que entraron fueron más que los que salieron. A partir de entonces parece comenzar una tendencia que, eufemísticamente, podríamos denominar de “exportación” de recursos humanos.
Esta situación parece evidente en una situación de crisis, pero lo interesante del análisis de los datos es ver hasta qué punto España es una economía que se basa en el pelotazo. Para ello, basta echar un vistazo a lo que ocurre en las economías de otros países del entorno europeo.
Como puede observarse, España es un caso especial junto con Portugal, ya que ha pasado de ser receptor de personas a ser emisor. Y de una manera bastante abrupta además.
Si comparamos el caso nacional con nuestro referente habitual, Alemania, ésta cayó más en PIB que España en la serie contemplada (con un máximo de -5,1 en 2009 frente al -3,8 de España en 2008) y no creció a más ritmo (un máximo de 3,7 en 2006 frente al 4,1 de España en 2005). Sin embargo, el saldo migratorio de Alemania no alcanzó, ni de lejos, el abultado y positivo volumen del saldo migratorio de España.
De este modo, la economía española parece comportarse siempre de forma intensa, tanto para crecer, como para decrecer. Lejos estamos de parecernos a países más fuertes y estables económicamente como Alemania o Reino Unido. Parece que habrá que esperar un tiempo hasta que vuelva a cambiar el ciclo económico -y, junto a él, el saldo migratorio- para poder “dar lecciones al mundo”. Así que… ¡hasta el próximo pelotazo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario