Lejos de España, el catalán Raúl Mons (36 años) jamás olvida las brisas del Mediterráneo que golpean a Barcelona y a los pueblos cercanos. Todavía recuerda los rincones de El Maresme -las playas de Mataró, las callejuelas de Premiá de Mar, las terrazas de Badalona o el varadero de El Masnou- y, por supuesto, añora a parientes y amigos españoles. El pasado enero, tras presenciar la quiebra de su empresa de instalaciones eléctricas, Mons decidió instalarse en Panamá con su esposa Anabel y su hija Noa, también catalanas. Ha decidido a dejar atrás un pésimo recuerdo de debacle financiera, angustia y desesperanza.
“Panamá es la apuesta definitiva de vida. No creo que vuelva a residir en España porque aquí hemos sido muy bien acogidos. La gente nos ha arropado mucho y estamos muy a gusto. Regresar a vivir en España… nunca”, explica. Tras emigrar a Panamá Mons logró involucrarse en el reciclaje de desechos sólidos, un negocio en crecimiento regional. “Añoro amigos y familia, pero cada vez son menos las cosas que echo de menos. No veo ni la televisión de España, porque todo es malo y porque estando aquí en Panamá nos queremos desintoxicar de la crisis moral española”, cuenta.
Otro español, el valenciano Toni Núñez, de 50 años, se nacionalizó panameño y logró regentar un restaurante de la capital, el Hábbito, transformado en punto de encuentro de madrileños, catalanes, vascos, andaluces, gallegos y muchos otros nacidos en España: “Yo tampoco voy a regresar: soy panameño y me veo en Panamá por muchos años. Aquí voy a quemar los últimos cartuchos”. Al igual que Mons y Núñez, miles de españoles han emigrado desde 2007 y 2008 a Panamá, convertido en un imán laboral para víctimas del desempleo en España. Uno de ellos es el madrileño Enrique Ramos, de 48 años, doctorado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid que ahora se dedica a consultorías en negocios de la construcción, comunicaciones y sector alimentario panameño. “Yo me quedo en Panamá, para mí no es punto de paso. Vine a echar raíces, por la fortaleza del dólar y la seguridad jurídica”, asevera.
La ampliación del Canal de Panamá -que empezó en septiembre de 2007 y finalizará en abril de 2015-, el acelerado crecimiento de la economía panameña, el boom inmobiliario, el despliegue de proyectos viales urbanos, la explosión turística y el desarrollo del sistema financiero han hecho de este país un punto de destino dedesempleados españoles que buscan vincularse al pujante negocio de la construcción y a otros sectores económicos.
El número de españoles que obtuvo residencia temporal migratoria en suelo panameño aumentó de un promedio anual de 109 de 2001 a 2006, a 350 de 2007 a 2011. La cifra subió a 648 en 2012 y del 1 de enero al 30 de abril de este año llegó a 235, según un recuento de la Oficina de Asuntos Públicos de la Dirección General de Migración y Extranjería de Panamá.
Los datos oficiales muestran que el número de españoles a los que se entregó condición migratoria de residentes de 2001 a 2011 es de 2.408 temporales y 18.882 permanente, para un total de 21.808. Un total de 10.200 españoles están inscritos en el Consulado de España en Panamá. Los números confirman que solo una parte se apuntaron en el Consulado y que tampoco todos regularizaron su situación migratoria.
Panamá es la apuesta definitiva de vida. No creo que vuelva a residir en España porque aquí hemos sido muy bien acogidos"
Mons
Un dato clave que muestra otra parte del fenómeno es que el aeropuerto internacional de Tocumen, el principal de este país, registró en 2012 la entrada de 34.000 personas residentes en España, sin ser necesariamente españoles y que visitaron territorio panameño por diferentes motivos, según datos del Consulado compartidos con este diario.
Los movimiento migratorios de españoles hacia Panamá en 2007 y 2008 coinciden con el estallido y recrudecimiento de la crisis en España y su golpe en el empleo. En 2007, la cifra anual de españoles que emigraron a Panamá llegó a 1.966, pero al año siguiente superó la barrera de los 2.000 y siguió en ascenso constante hasta llegar a 2.636 en 2011.
“Vine aquí en 2011 para dar un giro a mi vida relativamente positivo”, explica el madrileño Ehrior Sanabria, de 27 años, comunicador audiovisual y artista que con frecuencia publica artículos sobre asuntos culturales en medios locales de prensa. “España se me había convertido en una rutina bastante monotemática y Panamá me parecía muy atractivo: quería venir a experimentar”, subraya.
A pesar de que “no me veo” en suelo panameño en el futuro, admite que uno de los factores que atrae a los españoles es que “todas las grandes empresas tienen aquí una vía de dinamización. Es una apuesta personal por Panamá”. Según registros gubernamentales, 47 de las 90 grandes multinacionales que operan en la economía panameña son españolas, aprovechando un crecimiento anual sostenido de la producción del 10% y un desempleo de apenas el 4,5%.
Al igual que Núñez, Mons y Sanabria, un puñado de pilotos españoles también apostó por Panamá y trabaja en el mercado aeronáutico panameño. Aunque De Luis añora “el clima, la familia y la calidad de vida que había en España”, reconoce que en su tierra “el paro es tremendo y golpea a mucha gente de 40 años en adelante. Y por mi edad, en España no hay ninguna oportunidad, aquí sí. Por eso vienen andaluces, catalanes, valencianos, vascos, gallegos, de todo. Tengo un año de estar instalado en Panamá. Tenía en España una empresa informática sin campo para desarrollarla y la mejor opción fue Panamá. He sido muy bien recibido, con gran acogida: la gente es muy llana”, insiste De Luis.
Pese a los augurios optimistas y a que “aquí hay mucha infraestructura por hacer”, Núñez advierte: “Cuando la infraestructura esté acabada, no nos vamos a poder quedar todos los españoles”.
Las tres etapas de la migración española
El valenciano Toni Núñez, de 50 años, ahora se dedica a la gastronomía, pero en España trabajaba en una constructora y un cliente le pidió en 2003 gestionar negocios en Panamá. “Vine, me gustó y me fui quedando”, relata. Su hija Rocío, de 27 años, y su hijo Antonio, de 23, son españoles, viven, estudian y trabajan en esta capital y se encuentran “muy establecidos”, cuenta.
Núñez identifica su experiencia personal con tres etapas en la migración española hacia Panamá. La primera surgió en 2007 y 2008, cuando ejecutivos españoles de empresas de España, de entre 40 y 60 años, empezaron a llegar a este país a buscar oportunidades propicias de inversión y negocios, “porque en su país ya sentían los efectos iniciales de la crisis y olían que la situación se agravaba”. 2007 es significativo, porque fue cuando comenzó la ampliación del Canal que generó un efecto multiplicador en la economía panameña.
Una segunda fase fue protagonizada por españoles ligados esencialmente a la construcción -arquitectos, ingenieros y mano de obra especializada- que llegaron a Panamá con ventajas definidas de salario, vivienda, automóvil y otros beneficios.
Y la tercera oleada fue de muchos desempleados que, por ejemplo, vendieron su coche, reunieron un dinero, compraron un boleto y viajaron a este país, lo que Núñez compara con los españoles que desembarcaron en 1492 con Cristóbal Colón en las carabelas La Pinta, La Niña y la Santa María: “Venían sin nada: sin salario, sin apartamento y sin coche. A los 90 días algunos se regresaron porque no encontraron trabajo, aunque muchos, que son la mayoría, se quedaron y han ido trayendo a otros”, relata.
Mons, cuya esposa trabaja en el restaurante de Núñez, confirma que “miles se quedan como turistas: “Cada día conozco a algún español que acaba de llegar a quedarse a vivir en Panamá y que pide consejo sobre alquiler, compra de coche, abrir cuentas bancarias o trámites migratorios”.
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